Editorial El Comercio

Tras 106 días de espera, la presidenta se presentó ante la prensa para, supuestamente, dar respuesta a todas las interrogantes que existen en la opinión pública en torno de la administración que encabeza y otros asuntos que la comprometen de modo personal. La verdad, sin embargo, es que se resistió a dar respuesta a algunas de las preguntas más importantes con varios pretextos y en muchas ocasiones se dedicó, más bien, a tratar a los periodistas con desdén y un ánimo de reprimenda.

Para empezar, solo aceptó seis preguntas –una por medio acreditado–, lo que no solo es insuficiente, sino que proscribe toda posibilidad de repregunta, un elemento esencial en este tipo de dinámicas con el poder. Por ello sería importante que, como hacen muchos de sus ministros, ella también dé entrevistas personales a los medios, pues la última la dio a este Diario hace casi un año y medio.

Por otro lado, evitó explicar qué hacía en un momento crítico en el condominio Mikonos –donde presuntamente estuvo oculto el prófugo – con el argumento de que la demanda “invadía” el espacio personal. “La presidenta de la República no va a encubrir a ningún prófugo de la justicia”, afirmó. Una aseveración que, al parecer, tendríamos que dar por cierta por el solo hecho de haber brotado de sus labios. “Esta presidenta no sabe mentir”, señaló también.

Como anotábamos, además, aprovechó la oportunidad para prolongar su trato distante hacia el periodismo. Manifestó que el parece haberse convertido en “la mesa de partes de alguna prensa” y le dijo a uno de los reporteros presentes “tienes que estar concentrado y no distraído”; y a otro, “escoge qué pregunta te respondo”.

Vale la pena recordar que hace pocos días se presentó el Índice de Chapultepec de la SIP y en él nuestro país es el que más ha retrocedido en cuanto a las libertades de expresión y prensa en la región. La presidenta debería ver esto con preocupación y darse cuenta de que la transparencia y la rendición de cuentas a la ciudadanía son necesarias. La conferencia del último martes no contribuyó en nada a mejorar esta situación. Es decir, la espera iniciada hace 108 días continúa.

Editorial de El Comercio

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