Editorial 2: Diálogo interrumpido
Editorial 2: Diálogo interrumpido

No es fácil entablar una conversación fluida cuando el interlocutor es constantemente cambiado. Esto sucede, paradójicamente, en la de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM). El fin de semana pasado se anunció la renuncia de David Montoya a la jefatura de dicha institución. En su reemplazo fue apuntado , quien hace solo tres meses había sido nombrado coordinador de la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción (CAN).

La oficina de la PCM, a cargo de llevar a buen puerto los potenciales conflictos sociales que puedan estallar en el país, ha experimentado tanta inestabilidad como algunas de las regiones que sufrieron de su impericia. El señor Ávila es, de hecho, el quinto responsable de la ONDS desde el inicio de la administración nacionalista y el cuarto desde diciembre pasado, mes en el que Vladimiro Huaroc dejó el puesto. Estas estadísticas hacen a varios cuestionarse sobre la potencial vigencia del nuevo encargo al señor Ávila y, más aun, sobre los resultados que cualquier organismo puede obtener cuando su cabeza es tan fusible.

La falta de institucionalidad de la ONDS quizá explica de cierta forma su limitada eficacia. Al margen de los enfrentamientos emblemáticos contra las fuerzas del orden de los últimos meses –como los proyectos mineros y Las Bambas–, la Defensoría del Pueblo reporta que desde setiembre del año pasado los conflictos sociales no se han reducido sino que han aumentado de 201 a 214.

Es posible, a su vez, que la ausencia de una política clara de manejo de conflictos de la presente administración explique la inestabilidad de la ONDS. Recolocar a alguien que tenía apenas tres meses en un encargo tan importante frente a la CAN para que tome la posta del cuarto jefe de la ONDS revela no solo falta de solidez institucional, sino también improvisación generalizada.