Los buenos deseos no son buenos programas. De esto deben ser conscientes no solo los candidatos, sino sobre todo los electores. Debe interesarnos qué proponen los primeros, pero también cómo esperan lograrlo.
El candidato de Alianza para el Progreso, César Acuña, ha demostrado no estar preparado para cumplir lo que promete. No será por falta de experiencia, pues tiene 15 años como funcionario. Fue congresista, alcalde de Trujillo, presidente de la Asociación de Municipalidades y gobernador regional de La Libertad.
Las prioridades que plantea son la educación y la seguridad. En el primer caso, si sale elegido, ha dicho que el 28 de julio que jure destinará el 6% del PBI a la educación.
La afirmación es audaz, por lo menos. El presupuesto no lo establece el presidente sino el Congreso y, al 28 de julio del 2016, estará vigente el Presupuesto General de la República aprobado para ese año. La fecha prometida disfraza, por tanto, un engaño.
Cabe preguntarse, además, de dónde sale ese porcentaje. Se estima que el presupuesto para el sector educación alcance el 3,85% del PBI el próximo año. El incremento que propone Acuña, por lo tanto, significaría un aumento de más de S/.13.800 millones a esa cartera. Es decir, mayor que el presupuesto total para el sector salud.
Sería estupendo poder destinar tanto dinero a la educación, pero tenemos que saber de dónde saldría. ¿Aumentando el presupuesto? ¿Quitándoles recursos a otros sectores? ¿Creando un déficit? ¿Endeudándonos?
Acuña no parece tener estas respuestas. Cuando este Diario le consultó de dónde sacaría los fondos para financiar, por ejemplo, la formalización de las empresas, su respuesta fue: “¡Va a haber plata como cancha, ja, ja, ja!”.
A cuatro meses de la elección, los candidatos deben dejar ya la broma. Tienen que explicarnos cómo piensan obtener los fondos que requieren sus reformas.
Otro tema prioritario para el candidato es el de la seguridad ciudadana. ¿Cómo no estar de acuerdo en mejorar los presupuestos respectivos? Máxime cuando es uno de los aspectos que más preocupa a la población. La pregunta, sin embargo, es la misma: ¿cómo lograrlo?
Acuña propone invertir durante su gobierno cerca de S/.25.000 millones para combatir la inseguridad ciudadana. No obstante, el candidato no sabe –o no lo dice– cómo financiaría esta fantasía presupuestaria.
Actualmente se destinan S/.560 millones para este fin, lo cual equivale al 0,4% del total del presupuesto del sector público. Con esta propuesta, Acuña busca multiplicar por diez el gasto anual en esta materia. Una cantidad que igualaría a la suma de todos los recursos públicos asignados a los sectores de energía, vivienda, desarrollo urbano, relaciones exteriores, comercio y turismo para el 2016.
Si consideramos, además, que del total presupuestado para este año se ha logrado ejecutar apenas el 29%, es difícil que sin propuestas concretas se logre un mejor uso de estos recursos.
El candidato de Alianza para el Progreso no parece tener idea de lo que es el presupuesto. Tampoco sabe, al momento actual, quién sería su titular de Economía. Solo sabe que tendría que ser “un ministro abierto, que escuche y que sepa que la economía y que los recursos de los peruanos deben convertirse en obras”.
Y, ante los requerimientos de precisión respecto a sus propuestas, ha respondido: “Ya veremos con el ministro de Economía y con los sectores de qué manera hacemos lo que estamos diciendo”.
En las elecciones generales no se suelen ver los detalles técnicos. A buena parte del público le basta con elegir a alguien que le genere confianza y empatía. Básicamente, se busca a figuras cuya imagen se aparte de la política tradicional.
Para quien reclame, además de eso, un mínimo de seriedad y coherencia en las propuestas, Acuña no solo no representa una alternativa sino más bien un verdadero peligro. Todavía tiene tiempo, aunque no mucho, de rectificarse, de estudiar y de diseñar un plan de gobierno consistente. Esperemos que lo haga.