Editorial El Comercio

Quizás a muchos el nombre de no les suene familiar. Congresista de por Ica, saltó a la palestra cuando en febrero pasado lo señaló directamente como uno de los cinco integrantes del partido de la lampa a los que el presidente y su ahora prófugo exsecretario llamaban ‘Los Niños’. Según la aspirante a colaboradora eficaz, estos legisladores habrían participado en un tinglado de licitaciones dirigidas irregularmente desde los ministerios de Transportes y Comunicaciones y Vivienda para beneficiar a determinadas firmas chinas junto con el mandatario y varios de sus allegados, y habrían recibido dicha denominación precisamente porque obedecían en todo al jefe del Estado.

En su testimonio ante el Ministerio Público, además, Karelim López destacó al congresista Doroteo como el “ejecutor de todo y que quería estar con el presidente a cada rato”. Como reveló , solo entre agosto y dicho mes, Doroteo se reunió en Palacio de Gobierno con el presidente Castillo hasta en cuatro ocasiones y con los entonces titulares de Vivienda, Geiner Alvarado, y de Desarrollo Agrario, Víctor Mayta, en sus respectivas sedes ministeriales.

Por este motivo, el fiscal de la Nación, Pablo Sánchez, decidió abrirles a ‘Los Niños’ por el presunto delito de tráfico de influencias a inicios de mes mientras que la Comisión de Ética del Congreso ha postergado la revisión de la denuncia contra ellos presentada de oficio en el referido grupo de trabajo.

Pero la anterior no es la única sombra que se cierne sobre el señor Doroteo. En las últimas semanas, nuestra Unidad de Investigación ha sacado a la luz extrañas reuniones en torno del parlamentario que no deberían de ser soslayadas.

Diez días atrás, reveló que el congresista Doroteo había contratado como asesor en su despacho al ingeniero Carlos Quintanilla el pasado 27 de octubre. Un día antes, curiosamente, el hermano de este último, el empresario Johan Quintanilla, se había reunido con el legislador de AP en la sede del Legislativo y en los meses siguientes, ya con su hermano como asesor, siguió reuniéndose con el congresista hasta en cinco ocasiones.

Un dato no menor de Johan Quintanilla es que su empresa registra contratos con la Municipalidad Distrital de San Martín de Porres –cuyo alcalde es Julio Chávez, del mismo partido de Doroteo– por un valor de S/1,4 millones. La situación no pasó desapercibida para la contraloría que en enero ya advirtió de que el hecho de que un asesor parlamentario sea familiar directo de un proveedor de entidades públicas vulnera la Ley de Contrataciones del Estado.

Este fin de semana, además, hemos conocido nuevamente sobre la conexión entre el congresista, el alcalde y empresarios con suerte. Nuestro colega Miguel Gutiérrez reveló que Doroteo y Chávez se reunieron en el despacho congresal del primero en setiembre junto al empresario Óscar Angulo, semanas antes de que la firma de este ganara con la Municipalidad de San Martín de Porres… dirigida por Chávez.

Para más luces, Doroteo y Angulo registran una conexión entre diciembre del 2017 y enero del 2018, cuando sus respectivas empresas se adjudicaron en consorcio una obra de la UGEL y otras tres con la Dirección de Redes Integradas de Salud Lima Sur.

Como mencionamos anteriormente, estas movidas del legislador Doroteo no deberían pasarse por agua tibia. Primero, porque sugieren la comisión de algún delito o, cuando menos, de una conducta suficientemente sospechosa como para indagar más a fondo en ella, y segundo, porque lo retratan como un gestor de intereses entre empresarios y entidades públicas que se aviene bastante bien con el perfil que trazó de él Karelim López en sus declaraciones a la fiscalía.

Mientras tanto, bien harían sus colegas en el hemiciclo en no ignorar estas acciones del que parece ser hasta ahora el ‘Niño’ más inquieto de todos.

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