Editorial El Comercio

Hoy se cumple un año desde que , líder de condenado por corrupción en segunda instancia, pasó a la condición de prófugo.

Los episodios que siguieron desde entonces han sido algo más que una burla para el sistema policial y de justicia. Solo en lo que va de octubre, Cerrón ha publicado o republicado cerca de 30 mensajes con contenido político en sus El colmo fue su aparición virtual –en directo– en un evento partidario en agosto pasado. Dio un discurso de 47 minutos en el que habló, en parte, de la politización de la justicia, en referencia a su propia condena. Varios afines asistieron y celebraron la presencia del líder condenado, en una clara falta de respeto por la institucionalidad nacional.

Cerrón, pues, no se esconde en el perfil bajo. Al contrario. Se mantiene activo desde la clandestinidad en abierto desafío al equipo de policías que en teoría lo busca. Y, dentro de todas las fallas que puede tener la actual administración de la presidenta –que no son pocas ni ligeras–, su incapacidad para capturar a una persona sumamente conocida y que parece gustar de hacer de la ley un juego público de policías y ladrones es notoria. El programa de recompensas para personas que ayuden a la captura de prófugos –y que encabeza Cerrón– simplemente no ha funcionado.

Lo que es aún peor, trascurrido ya un año de Cerrón en la clandestinidad, existe una sensación bastante amplia de que el propio gobierno podría estar ocultándolo. De acuerdo con un sondeo deComo se recuerda, la mandataria iba a compartir plancha presidencial con Cerrón para los comicios del 2021 hasta que este fue retirado por un jurado electoral especial por sus condenas por corrupción.

La diligencia del , para lograr su captura está en cuestión. La fiscalía lo investiga desde el mes pasado por no denunciar el supuesto encubrimiento de Cerrón en el que se habría utilizado el vehículo presidencial, apodado el ‘cofre’. La propia mandataria se encuentra también investigada en esta trama. Es verdad que la tesis tiene varios agujeros como para ser verosímil, pero la falta de explicaciones de la presidenta y su entorno tan solo han servido para abonar a la especulación sobre el uso del vehículo. Mientras la novela y el descrédito continúan para las autoridades en aprietos, Cerrón probablemente ríe para sus adentros desde algún cómodo rincón.

Editorial de El Comercio

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