Existe en Lima una sociedad para la protección de los animales que desgraciadamente no cumple con sus objetivos. Constantemente los transeúntes son testigos de hechos terribles en los cuales el látigo despiadado de cocheros malvados castiga a los caballos que más de una vez caen sin vida. Estos cuadros trágicos, tan frecuentes, nos ponen al margen de la cultura y los sentimientos humanitarios que todos debemos tener para impedir el dolor de los animales. En Londres funciona una institución protectora de animales que multa y castiga a los que los maltratan. H.L.M.
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