Este adjetivo viene del latín vulgar veclus, y este del latín vetulus, diminutivo de vetus. En español general, designa tanto a personas o animales de edad avanzada como a objetos que tienen mucho tiempo de uso. Pero en el Perú y otros países de la América hispana viejo, -a se usa, además, para designar afectivamente al padre o a la madre, sean o no ancianos. Véase un ejemplo en Los últimos días de La Prensa de Jaime Bayly: “Vamos ahorita mismo a hablar con mi viejo” (Barcelona 1996, p. 236).