Divisiones que restan, por Arturo Maldonado
Divisiones que restan, por Arturo Maldonado
Arturo Maldonado

Mucho se ha especulado sobre la cohesión parlamentaria que tendrá la bancada fujimorista en el Congreso que se va a inaugurar este 28 de julio. Como es la bancada más numerosa, con 73 congresistas electos, entonces determinar si este grupo se mantendrá unido o si se fraccionará es importante para el futuro del próximo gobierno. Sin embargo, también es importante especular acerca del destino de las otras bancadas del Parlamento entrante. Los incentivos y desincentivos para la unidad o el fraccionamiento existen para todos los grupos políticos.

La fragmentación y el transfuguismo tienen múltiples orígenes que van desde el mero oportunismo personal hasta un reacomodo ideológico, pasando por causas más sistémicas como la debilidad y la mala calidad de las agrupaciones políticas. ¿Cuáles serían las causas para que las bancadas minoritarias se partan y terminemos con un Congreso con más grupos de los que empezaron?

El Frente Amplio es la segunda bancada en número de congresistas, con 20 escaños ganados. Para analizar el posible futuro de esta bancada, hay que ver el pasado inmediato. La elección del candidato presidencial y la conformación de la lista parlamentaria en el Frente Amplio fue por elecciones internas abiertas a los ciudadanos. En este proceso se evidenció una natural disputa entre los liderazgos de Verónika Mendoza y Marco Arana. El relativo éxito electoral del Frente Amplio ha permitido que estas disputas no vuelvan a aflorar, pero están ahí latentes. 

Marco Arana ha sido nombrado vocero de la bancada, lo que le da un mayor peso político y hace menos probable que piense en una escisión. Sin embargo, una ruptura entre “mendocistas” y “aranistas” es siempre un escenario, tomando en cuenta además que entre unos y otros podrían aparecer otras líneas divisorias, como limeños versus provincianos o como sureños versus norteños. Hasta el momento el hecho de autoidentificarse como de oposición es un factor cohesionador, sobre todo pensando en el futuro de cara al 2018 y al 2021.

La división entre limeños y provincianos es también una fuente de probable conflicto al interior de la bancada de Peruanos por el Kambio (PPK). Si a cualquier ciudadano le piden que nombre a un congresista de PPK, con suerte nombrará a alguno de los diez representantes por Lima. Sin duda Mercedes Aráoz, Carlos Bruce, Salvador Heresi, Guido Lombardi o Juan Sheput tienen un nombre propio en política y un alcance nacional, pero este protagonismo limeño podría generar antipatías, celos o rivalidades con sus compañeros de fuera de Lima. 

El sancochado, caldo consistente y definición que dio de su agrupación su líder Kuczynski, podría terminar enfriándose en dos platos de agua con fideos, sin proteína ni sustancia. Para tomar consistencia, esta bancada tendría que mantenerse en el tiempo y esto depende mucho del desempeño de su líder en el Ejecutivo.

Alianza para el Progreso es una empresa familiar. Hemos pasado de César y Virgilio a Richard Acuña, hijo del líder fundador, ex jefe de campaña y congresista reelecto. Sin embargo, más allá de los lazos familiares, los otros congresistas electos tienen ganas de ser protagonistas, como el caso de César Villanueva o Marisol Espinoza, o tienen agenda propia, como el caso del pastor Julio Rosas, quien además es un invitado en el partido. Será tarea del cacique regional saber cómo delegar responsabilidades a un entorno más amplio que el familiar para conservar la unidad de su bancada.

Las dos bancadas más pequeñas son las que aparecen como más cohesionadas. Es difícil avizorar a alguno de los congresistas apristas o acciopopulistas rompiendo con su partido, pues se trata de políticos que han hecho carrera al interior de sus agrupaciones. En estos partidos, los congresistas electos son pocos, pero son. En las otras bancadas, los congresistas son muchos pero quizá no estén (al final del período).