“Estamos en el comienzo de una extinción masiva”, declaró la activista adolescente Greta Thunberg ayer en la Cumbre del Clima que organizó las Naciones Unidas. A pesar de que las predicciones apocalípticas tienen un largo historial de ser desmentidas por la realidad, reflejan y fomentan el pesimismo que muchos sienten acerca del futuro de la humanidad.
Piense lo que piense sobre el cambio climático, no deben ignorarse las tendencias ecológicas positivas que se han dado alrededor del mundo y que demuestran que la humanidad es capaz de mejorar su medio ambiente al mismo tiempo que aumenta su propio bienestar.
Los investigadores Ronald Bailey y Marian Tupy resaltan algunas de esas tendencias en un libro que se publicará el año que viene. Acá van unos ejemplos que podrían perderse de vista en el debate sobre el cambio climático.
El área forestada del planeta aumentó 2,24 millones km2 –un área más extensa que los estados de Alaska y Montana juntos– desde 1982. En Europa, Estados Unidos y China, esta área ha crecido entre 35% y 15%. Se debe, entre otros factores, a la urbanización y la globalización que implican un mejor uso de los recursos. La deforestación en zonas tropicales sigue, pero se ha desacelerado notablemente.
El área global dedicada a tierras de cultivo ha llegado a su pico. Para 2060, llegará a la extensión en que se encontraba en 1961, una caída que representa dos veces y medio el tamaño de Francia. Esto se debe a la disminución del crecimiento de la población global y a los avances tecnológicos que incrementan la productividad agrícola. Esto también ayuda a devolver la tierra a la naturaleza.
La economía mundial se está descarbonizando. Desde 1960, las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera por dólar de PBI han caído 66% en EE.UU. Desde que China abandonó el comunismo, han caído 75%. A nivel mundial, disminuyeron 41% desde 1960. Se debe en gran parte a la constante búsqueda por parte de las empresas de reducir sus costos energéticos. El nivel total todavía es alto, pero parece haberse estabilizado.
Contrario a lo que nos advirtieron los alarmistas, tanto las reservas de petróleo como las de gas natural han aumentado y seguirán en aumento. El mayor uso de gas ha sido una razón importante en la caída de la emisión de gases de efecto invernadero. Lejos de agotarse las reservas de petróleo, será la demanda de petróleo la que en las próximas décadas llegará a su pico, según algunos expertos.
El costo de las células fotovoltaicas que producen energía solar cayó 95% entre 1977 y 2008. Desde entonces, disminuyó otro 95%. Debido a los precios bajos, algunos expertos esperan que la tecnología solar y la eólica producirán casi la mitad de la electricidad mundial para el 2050.
Las reservas mundiales de agua fresca por persona han disminuido en las últimas décadas. Pero los avances tecnológicos recientes en irrigación y desalinización en lugares como Israel han sido impresionantes. Los autores del libro afirman que: “Si los científicos pueden combinar de manera económicamente eficiente la desalinización del agua con fuentes de energía amigables con el medio ambiente, como los paneles solares, los suministros de agua potable se volverán infinitos”.
Tenemos que tomar el cambio climático en serio. Pero, como dice Steven Pinker de la Universidad de Harvard, eso requiere el respeto a las instituciones de la modernidad que han traído consigo un enorme progreso. El alarmismo de tantos activistas y políticos representa todo lo contrario.