Hace algunos años, a nadie se le ocurría hacer esa pregunta. ¿Para qué, si era evidente que estaban en todos lados? De cada diez peruanos, siete u ocho eran pobres. Además, casi no existían datos sobre los niveles de vida de la gente, y menos una definición precisa de pobreza. Los censos se hacían cada diez años en el mejor de los casos. El discurso de los políticos e intelectuales hablaba de otras categorías de la población: campesinos, trabajadores, hacendados, indígenas, mistis, proletariado. El “pobre” era un tema para las beneficencias públicas y los gestos de la caridad.
Hoy podríamos decir que el pobre ha llegado desplazando en el discurso político a las demás categorías. El gobierno crea programas sociales, las empresas desarrollan sus proyectos de responsabilidad social y las ONG invaden las comunidades y barrios al punto de que tanta presencia se ha vuelto motivo de broma en muchas comunidades. Paradójicamente, ese grado de atención es posible porque la pobreza se ha reducido. Donde el subdesarrollo es extremo, como en Haití o algunos lugares africanos, un país debe concentrarse en cómo levantar su economía. Es solo cuando se supera esa etapa de pobreza masiva que puede darse el lujo de socorrer a quienes más se han quedado. Parecería entonces que una condición para la llegada del pobre es la llegada de una clase media.
Ciertamente la amenaza de una revolución puede acelerar esa llegada. En el Perú, la lucha contra la pobreza se volvió prioridad en la década de 1990, cuando el gobierno buscó recuperar los territorios perdidos ante el terrorismo y vacunarlos contra una reincidencia. Por primera vez aparecieron ‘pobretólogos’ en los equipos de trabajo del Ministerio de Economía y Finanzas, y se lanzaron programas como el Fondo de Cooperación para el Desarrollo Social (Foncodes) y Salud Básica en las regiones de mayor pobreza. Pero eran años de penuria fiscal y se recurrió, entonces, a la lógica de la priorización. ¿Dónde ponemos los caminos y las irrigaciones para un máximo efecto? ¿A qué distritos mandamos los médicos? ¿A cuáles distritos priorizamos para las transferencias de presupuesto? Más para la sierra y la selva sí, pero exactamente ¿a cuáles distritos?
Nació así el mapa de pobreza. En realidad, un primer mapa había sido elaborado por el Banco Central de Reserva (BCR) en la década de 1980, pero pasó inadvertido en una época de doble emergencia (financiera y terrorista), además de un catastrófico fenómeno de El Niño. La simple supervivencia se volvió la prioridad absoluta. Fue recién en la década de 1990 cuando ya se ganaban las batallas contra el desorden financiero y el terrorismo, que el país se volcó a una la lucha contra la pobreza, y un primer paso consistió en rescatar el mapa del BCR del cajón donde había sido guardado, para usarlo como instrumento de priorización.
Hace unos días el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) presentó un nuevo mapa de pobreza, revisado ahora con la ayuda de varios censos y encuestas, y con la aplicación de métodos estadísticos sofisticados. El nuevo mapa trae un descubrimiento. Desde que recuerdo, la pobreza se ha asociado a la llamada “mancha india”, zona constituida por departamentos y provincias de la sierra sur, y castigada por heladas, sequías y una naturaleza particularmente agreste. Pero el nuevo trabajo del INEI revela que las regiones de mayor pobreza y retraso humano se encuentran ahora en la sierra y selva norte, especialmente en Cajamarca, La Libertad y Amazonas. La explicación de ese retraso norteño debería servir de orientación para afinar y reforzar el esfuerzo nacional contra la pobreza.