Es usual que los últimos días del año consideremos adecuado presentar reseñas de lo acontecido. Sin embargo, en vez de mirar hacia el pasado buscando alguna moraleja histórica de los desastres locales “para que no se repitan”, quiero compartir con ustedes la historia de Viktoria Modesta Moskalova, cuyo extravagante nombre se debe a que nació en Latvia (región de la antigua Unión Soviética) en 1988 y cuya vida nos puede inspirar a mirar el futuro de modo diferente, pero sobre todo a tener la valentía de arriesgarnos a realizar cambios profundos en el mundo despiadado e injusto en el que vivimos (olvidemos por un rato el cotillón, las uvas y los calzones amarillos porque las verdaderas oportunidades no se abrirán para la humanidad con esos rituales).
Viktoria Modesta nació con un problema bastante serio en la pierna izquierda, lo que la tuvo ingresando a hospitales toda su niñez (el sistema soviético ofreció a la madre dejar a la niña “fallada” en un instituto, pero la madre se negó, reteniéndola consigo). Luego de una larga historia, que incluyó el deseo del suicidio –ya en Inglaterra–, decidió a los 20 años que lo mejor para su vida era amputarse la pierna izquierda debajo de la rodilla para evitar futuras y serias complicaciones de salud.
La amputación de esta joven hubiera sido considerada anodina si no fuera porque Viktoria Modesta era modelo, cantante, compositora y artista. La amputación le cerró las puertas de los grandes circuitos artísticos convencionales porque la falta de una parte del cuerpo y su asimetría la convertían inmediatamente en una discapacitada o un ser repulsivo o feo. Sin embargo, la bellísima y talentosa artista decidió realizar una jugada maestra. Es decir, utilizar sus prótesis de la pierna izquierda como parte de su identidad haciéndolas bellas, interesantes, indesligables de su cuerpo (por ejemplo, tiene una repleta de cristales swaroski). Su proyecto fue transformar los conceptos de belleza y fealdad para liberarlos de los prototipos de cuerpos que los medios, las grandes empresas (farmacéuticas y cosméticas) y la publicidad promocionan. ¿Empero, cómo lo hizo? Se unió a un grupo de artistas alternativos, al canal británico independiente Channel 4 y a una campaña llamada Born Risky, que busca asumir riesgos artísticos. Los creativos detrás del proyecto decidieron pagar una exorbitante suma de dinero para colocar en el espacio de publicidad más cotizado de la final del exitosísimo programa “The X Factor” (que busca, desde cánones tradicionales, elegir al mejor cantante del país) y que tenía asegurados millones de televidentes. En suma, Viktoria Modesta secuestró al programa tradicional y a sus televidentes mostrando un video hermosísimo llamado “Prototipo”, en el que cuestiona los cánones de belleza, pero sobre todo logrando que lo aparentemente repulsivo, feo, diferente, pueda ser visto como algo bello. La artista no trata de ocultar sus prótesis, sino que ellas forman parte de su identidad, belleza, movimientos, peinados y vestuario. La finalidad última de Viktoria no es verse “normal”, sino crear una nueva identidad que no la califique como una bella discapacitada.
Esta historia de creatividad y de transformación me inspira para el 2015. Creo que el mundo sería mucho mejor con varias Viktorias Modestas.