Las autógrafas remitidas al presidente Martín Vizcarra llevan las firmas del titular del Legislativo, Pedro Olaechea y de la primera vicepresidenta Karina Beteta. (Foto: Congreso)
Las autógrafas remitidas al presidente Martín Vizcarra llevan las firmas del titular del Legislativo, Pedro Olaechea y de la primera vicepresidenta Karina Beteta. (Foto: Congreso)
Fernando Vivas

No importa que sea para el 2020 o el 2021, igual hay que pactar. Que un poder esté buscando argumentos para cerrar al otro y el otro para vacarlo es insostenible. Tienen que entenderse y sobran razones y maneras para hacerlo.

A ver, revisemos las cosas con calma. Uno y otro barajan los escenarios terminales pero no hablan explícitamente de cierre o vacancia. Lo hacen los carboneros con urgencias judiciales, como Ollanta Humala, o sin votos, como Mauricio Mulder y parte de la dirigencia aprista, en discrepancia con tres congresistas de la bancada. Pero ni Vizcarra dice ‘cierro’ ni los fujimoristas, ‘vaco’.

Lejos de los carboneros, hay propuestas que buscan una salida negociada. Los naranjas no aceptarán de ningún modo el referéndum (el golpe que les ha dado Vizcarra ha sido muy fuerte como para que le concedan todo lo que pide), pero podrían conciliar con otra fórmula de adelanto de elecciones, asociada a una agenda mínima. Y si se sientan para lograr acuerdos, quién sabe, podrían pactar quedarse hasta el 2021. Pienso que uno de los escenarios que barajó Vizcarra cuando lanzó su propuesta fue que los fujimoristas se alinearían con él con tal de terminar su período. Pero la bola es muy grande como para detenerla. Veo verde una convivencia pacífica y acuerdista hasta el 2021. Si se cumple el calendario oficial será porque habremos llegado tensos y trabados al 2021, postergando decisiones claves, como si viviéramos una larga prisión preventiva en espera de que un próximo gobierno haga el juicio definitivo. La gente, los conflictos, las crisis, reclaman su ‘adela’.

Una congresista fujimorista me dijo algo que le salió del forro: “Queremos una salida digna”. O sea, algo distinto a lo que pide su enemigo presidente. Podría ser la fórmula de las dos legislaturas rápidas, tal como se aplicó en el 2000 para salir de la crisis originada por Fujimori. Narré en una crónica (“¿Y mi adelanto para cuándo?”, El Comercio del 18/8/19) que el primer ministro fue receptivo a esa idea de dos legislaturas cuando se la mencionaron en distintas bancadas, según me contaron algunos congresistas. En la PCM, una fuente oficial me confirmó que ello era cierto, pero que Del Solar aún no había conversado de esa posibilidad con Vizcarra.

Al primer ministro y al presidente del Congreso, Pedro Olaechea, les toca tender puentes entre los poderes desencontrados. Olaechea ha dicho que le “tiende la mano” al presidente y ha sumado una ironía: “no tenga miedo de gobernar”. No está claro si eso significa que rechaza de plano el adelanto. Si es así, entonces tendrá que contarnos su plan para sobrevivir sin desangrarnos hasta el 2021.