Mientras Nadine y Alan entablaron su bronca suicida, creció Keiko, creció PPK y creció Acuña. El gobierno no necesitaba esta pelea y no podía ganarla. Por su ingenuidad de novatos, su falta de cohesión interna y el rabazo de paja de sus finanzas partidarias y familiares, a los Humala les convenía entrar en paz al club de la política tradicional. ¡Pero irrumpieron soberbios y con la pata en alto!
El Apra tampoco necesitaba la bronca con quienes ahora tenían la sartén fiscalizadora por el mango. Este quinquenio les estaba destinado para hacer la purga de sus manzanas podridas y alistarse para un tercer gobierno. ¡Pero Alan devolvió todas las patadas aunque resbalara y se contrasueleara en el intento!
Mi impresión es que no fue Ollanta quien, en primer lugar, decidió entablar la broncaza con su rival del 2006. Soltó su rollo sobre el ‘Estado panzón’, es cierto, pero eso parecía mera batidera infantil hacia el ‘ego colosal’. Fue la izquierda aliada en la ‘gran transformación’ la que dio rienda suelta a su proverbial antiaprismo y avivó el de los Humala.
Nadine aún mantenía la discreción, pero cuando empezó a hacerse más visible en el gobierno y el Apra tomó nota de que ella daba luz verde a los ataques de Pedro Cateriano y de la bancada nacionalista, se abocaron a destruirla. A Alan se le ocurrió una frase inspirada: la reelección conyugal. Pero eso no fue nada en comparación a lo que ya le tenían armado Humala y su peleonera consorte: una megacomisión fiscalizadora que se hizo de un software con toda la data judicial y penal del país, e hizo el hallazgo de los ‘narcoindultos’. Un golpe devastador al plexo del candidato aprista, pues asoció la corrupción a la inseguridad callejera, dos lacras cuya suma es casi inhabilitadora.
El vuelto aprista fue de una violencia lapidaria. No puedo afirmar si hubo manos apristas en el camino de las agendas sustraídas de Nadine hasta el ex congresista Álvaro Gutiérrez, la prensa y la fiscalía; pero sí es evidente que el Apra ha hecho todo lo posible por magnificar las denuncias contra la primera dama y abogar por su efectiva judicialización.
Todos hemos perdido con esta bronca. García, por primera vez, podría perder en primera vuelta, y el nacionalismo podría ser el primer partido de gobierno saliente que no pase la valla electoral. ¡Imagínense las tribulaciones de Nadine sin inmunidad parlamentaria y sus huestes en fuga!
El país perdió serenidad y gobernabilidad en medio de la bronca. Y el Apra perdió la dorada oportunidad de ajustar cuentas con Jorge del Castillo tras su responsabilidad en el escándalo de los ‘petroaudios’ y sus presiones para figurar en la lista congresal del 2011. En lugar de ello, la amenaza de la megacomisión los cohesionó y postergó la purga. Y Del Castillo volvió a hacer de las suyas forzando el respaldo de García a un plan de gobierno que no había sido revisado por sus compañeros.
Moraleja: la bronca política por las puras, cuando ni siquiera hay una discrepancia de fondo sobre visiones del país, es deplorable. Destruye el proyecto de los peleoneros, distrae al Congreso con comisiones de marras, presiona y pervierte a jueces y fiscales, posterga limpiezas internas y debates públicos. Los Humala la empezaron, pero el Apra no tenía por qué seguirla. Ahora ambos están pagando dramáticamente las consecuencias. Y Keiko, PPK y Acuña están cobrando los dividendos.