Keiko Fujimori quiere, está decidida, pero no cuenta con los votos suficientes para desaforar a su hermano Kenji del Congreso. No los tiene hoy y difícilmente los conseguirá de aquí a tres o cuatro semanas cuando al Pleno le toque votar sobre este tema. Ella lo sabe. Y también lo saben sus adversarios políticos, quienes desde el Parlamento analizan la conveniencia de salvar o no al benjamín de la familia Fujimori (imponiéndole, como mucho, una suspensión sin goce de haber, pero no el desafuero que lo pondría de patitas en la calle) a fin de que continúe siendo el principal obstáculo –personal y político– de cara al objetivo presidencial naranja del 2021. Keiko necesita 67 votos y, debido a las particularidades del proceso pero sobre todo a los cubileteos que ya le están jugando en contra, está lejos de tenerlos.
“Kenji será más útil dentro que fuera del Congreso”, me dice, convencido, un competidor de Keiko que ha estado maniobrando para que cualquier sanción sobre el primero no pase por su expulsión y menos por una denuncia constitucional en contra. Con ello, Alberto Fujimori y su principal operador en el terreno –o sea Kenji– perderían ‘sex appeal’ político y dejarían la cancha libre para la consolidación de la hija mayor y sus planes de campaña.
Quienes piensan que tras el descalabro de Pedro Pablo Kuczynski el padre está obligado a entenderse con la hija ante la amenaza de un “retorno” a prisión tras el pronunciamiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre el indulto –y la debilidad del actual Ejecutivo para respaldar la gracia otorgada–, ignoran que Keiko se pondría de perfil. Recuérdese que ella se comprometió públicamente a no utilizar su poder político para influir en temas familiares y eso le serviría de pretexto. Hoy Alberto y Keiko sonríen para las fotos, pero la procesión va por dentro y tiene el rostro de Kenji.
También es cierto que por esto días el líder de los ‘avengers’ aparece cabizbajo, sin opciones aparentes y a un paso del desafuero: precisamente la imagen que le conviene dar mientras negocia tras bambalinas con distintas bancadas para que con su abstención o un “voto singular” terminen salvándolo. Por el momento tiene poco que ofrecer a cambio: solo continuar incordiando a su hermana y sus voceros mientras vota con el oficialismo y, cual dedicado hijo, defiende la libertad del padre. ¿Que un castigo leve sería un escándalo, que estaría mal visto? A buena parte de Peruanos por el Kambio (PPK) y de la izquierda eso los tiene sin cuidado como sí en cambio alcanzar un objetivo mayor: evitar que Keiko concentre más poder del que ya tiene.
Como se ve, Kenji aún podría darle un golpe sorpresivo a su hermana. Que ello les sirva a Vizcarra y compañía para gobernar sin sobresaltos ya es otro tema.