Nos ocurrió a todos, por Patricia del Río
Nos ocurrió a todos, por Patricia del Río
Patricia del Río

El 11 de julio de 1983, SL dinamitó el local de Acción Popular. Había 200 militantes. 28 personas quedaron heridas y dos murieron. En abril de 1983, entraron a Lucanamarca con sed de venganza. Los ronderos y comuneros habían matado a senderistas en un acto de defensa. 79 personas fueron masacradas. Entre los muertos había hombres, mujeres, niños, bebes y ancianos. En febrero de 1991 les tocó a los vecinos de Ccano, Huanta. 36 ciudadanos evangélicos murieron mientras celebraban el culto en la Iglesia Pentecostal. A las comunidades asháninkas de Satipo y Chanchamayo les tocó la esclavitud. SL violó a las mujeres y reclutó a sus hijos a la fuerza, obligándolos a seguirlos. A Ángel Roberto Arenas, Víctor Vásquez y Mario Mendoza les cortaron la lengua y luego el cuello frente a toda su familia en 1989. Eran autoridades del centro poblado San Francisco. En abril de 1988, dispararon contra Luis Salazar, gerente de Laive. Murió un año después por culpa de las heridas. Al sargento Francisco Santos Juscamayta Alejos lo rellenaron de balas cuando viajaba en un micro rumbo a su casa. Tres pasajeros lo atacaron con armas de fuego. El tiro de gracia se lo dio una mujer. 

A Domingo García Rada (padre del congresista Víctor Andrés García Belaunde y del ex canciller José Antonio García Belaunde) le dispararon en abril de 1985. Era el presidente del Jurado Nacional de Elecciones. Quedó gravemente herido y nunca se recuperó del todo. El 5 de mayo de 1986, SL asesinó al contralmirante Carlos Ponce Canessa, miembro del Estado Mayor de la Marina, y, cinco meses después, al vicealmirante (r) Gerónimo Cafferata Marazzi. Al secretario nacional de Asuntos Profesionales del Apra, César López Silva, lo acribillaron el 30 de enero de 1987, y a Rodrigo Franco, presidente de ENCI, el 29 de agosto del mismo año lo mataron frente a sus hijos. En 1992, segaron la vida de María Elena Moyano, teniente alcaldesa de Villa El Salvador, militante de izquierda. Dinamitaron su cuerpo como una forma de humillación y amedrentamiento. En 1996 le tocó a Pascuala Rosado. A la ecologista Bárbara d’Achille la mataron en Huancavelica por negarse a hacerles una entrevista a los senderistas. A los sacerdotes polacos Miguel Tomaszek y Zbigniew Strzalkowski y al italiano Alessandro Dordi los aniquilaron en 1991. Hoy son los primeros beatos por martirio en la historia de nuestro país. 

La lista es interminable. SL y el MRTA asesinaron, secuestraron, descuartizaron, violaron y amedrentaron a peruanos de izquierda, de derecha, del Apra, de Acción Popular, del PPC. Arrasaron con alcaldes y comuneros. Mataron a jueces, militares, ministros, curas y homosexuales. Prácticamente no conozco a un solo peruano cuya vida no haya sido tocada de una manera trágica por la guerra que el Perú libró contra el terrorismo durante más de diez años. El terrorismo nos ocurrió a todos. Nos golpeó a todos y todos lo deberíamos deplorar con la misma fuerza, con la misma convicción. Cuando usas la palabra ‘terruco’ para agredir a quien no piensa como tú, no estás insultando a una persona. Estás insultando a un país entero, estás banalizando la desgracia. Tu desgracia.