"Mientras el Ejecutivo no pueda mostrar goles ejecutando y el Legislativo legislando, lo mejor que pueden hacer para llegar al 2021 es tirarle la pelota al rival". (Foto: Congreso)
"Mientras el Ejecutivo no pueda mostrar goles ejecutando y el Legislativo legislando, lo mejor que pueden hacer para llegar al 2021 es tirarle la pelota al rival". (Foto: Congreso)
Fernando Cáceres Freyre

La última pechada de Vizcarra al Congreso dejó en la memoria colectiva la foto del incremento en la popularidad presidencial (la aprobación pasó de 42 a 50% en solo un mes, según Ipsos). Pero en términos políticos, tan o más importante que eso es que logró dejar la pelota en la cancha de su mayor rival: el Congreso.

En el juego político que estamos viendo, compiten dos rivales con muy poca capacidad para meter goles. Ni el Ejecutivo sabe cómo gastar el presupuesto público (o lo sabe pero sus cuadros no lo ayudan) ni el Congreso logra promover leyes que solucionen los problemas ciudadanos más urgentes. La mejor táctica para ambos, por tanto, consiste en lanzarle la pelota al rival, para evidenciar –durante el mayor tiempo posible– lo mal que este juega.

El Ejecutivo parece tener esto claro. Ya le funcionó dos veces. El año pasado, tras pasar la pelota de la llamada reforma judicial al Congreso el 28 de julio, Vizcarra subió de 37% a 52% y, en diciembre, cuando se dio el referéndum, llegó hasta 66% (Ipsos). Este año viene logrando algo similar con la reforma política, particularmente considerando que el apoyo a las seis medidas ya fluctúa entre 71% y 81% (Ipsos).

Si los congresistas pensaran fuera de la caja, en lugar de actuar para las cámaras, se darían cuenta de que lo mejor que podrían hacer con la reforma política es aprobarla rápido, y devolverle la pelota al Ejecutivo de una vez. Así, los reflectores apuntarían nuevamente a Vizcarra, de quien se esperaría más y nuevas soluciones para los problemas ciudadanos urgentes. Total, es muy poco probable que la reforma política no se apruebe, pese a los gritos que pueda proferir Rosa Bartra.

No sorprendería tampoco que el modus operandi arriba descrito vuelva a ser usado por el Ejecutivo en los meses siguientes, sobre todo considerando que es lo que mejor le ha funcionado a este gobierno en términos de popularidad (algo que parece importarle mucho a nuestro presidente). El ministro de Economía, por ejemplo, ya adelantó que parte de su plan para recuperar dinamismo en la economía pasará por presentar proyectos de ley al Congreso en materia de competitividad (¿será esta la próxima pelota?). Luego podrían venir iniciativas similares en otros temas: inseguridad, informalidad, etc.

En corto, en vez de buscar avances en lo que es competente un determinado sector, presentar proyectos de reforma al Congreso parece haberse vuelto una mejor estrategia para el Gobierno. Y, por lo menos hasta la mitad del 2020, la herramienta de la cuestión de confianza siempre será tentadora, si el Congreso no es receptivo.

Mientras el Ejecutivo no pueda mostrar goles ejecutando y el Legislativo legislando, lo mejor que pueden hacer para llegar al 2021 es tirarle la pelota al rival.