Curiosamente la violación es un término femenino, su significado alude al acto sexual y también a ir contra las normas y las leyes. Hemos vivido las dos acepciones en esta vertiginosa semana que pasó. Lo más estrafalario, aunque penoso, fueron las desafortunadas e ignorantes expresiones del congresista Juan Carlos Eguren. Él es una buena persona, en ello hay consenso, pero profesa el mismo oscurantismo que muchos miembros del PPC ante los temas sexuales.
Ya vimos el respaldo de su partido a un concejal violento. Hogaño y de manera desatinada, el congresista lanzó una barbarie conceptual. El inmundo violador callejero no suele eyacular porque no hay lubricación femenina; ergo, la posibilidad de embarazo es mínima. Décadas atrás, en los colegios religiosos como el mío, se arrancaban de los libros de anatomía las páginas concernientes al aparato reproductor de dama y varón.
Pero ya estamos en el siglo XXI como para tener semejante desconocimiento de la sexualidad humana. El congresista pertenece, al igual que muchos varones del orbe, al ‘machomachote’ de mentalidad. No creemos que sea rudo con las mujeres. Si a eso le suman sus legítimas convicciones religiosas, se pueden abordar mejor sus absurdas declaraciones.
Como otros congresistas, estuvo en contra de la indispensable e igualitaria unión civil para personas del mismo sexo. Negativa lamentable, abusiva, pero no comparable con una violación sexual. Nada hay más aberrante que ello porque es la intimidad misma de la persona lo que se masacra. El derecho a decidir con quién tenemos sexo, duro, blando, porno, angelical o lo que fuera.
Adicionalmente al agravio, un grupo de legisladores impone sus orientaciones religiosas y su conservadurismo e impide que una mujer violada pueda abortar. El derecho a decidir y la libertad individual, pilares de la civilización, dinamitados. El concepto es: tenga su hijo porque es vida, no lo quiso pero eso piensa la religión. Si no, delo en adopción. Fácil, regio, la vía rápida.
El aborto es un derecho que ejercen las mujeres en diversos países. Nadie está con la cantaleta carente de ciencia de que poco menos hay una voz fetal que pide clemencia y que le perdonen la vida. Se ponen plazos límites y se acude a un consejero psicológico. Millones de féminas cada día lo practican. Obviamente lo deciden así, lo eligen, ejercen su derecho a discernir y lo paga la seguridad social.
Dígale a una danesa o francesa que está obligada a procrear a un ser si es violada para que vean que llega hasta la ONU. Ningún congresista es dueño de nuestro cuerpo, ni de nuestro destino. La mujer decide lo que considera bien para ella.
Hemos vivido otras violaciones tremebundas también. En el Congreso el humalismo quiso conservar un voto sucio, manchado y no respetó la ley. Le perdonó la vida al congresista Yovera (ex fujimorista, hoy votante del nacionalismo y mentiroso profesional). No sabemos en qué estamos con tales facultades, si el Ejecutivo insistirá o no. Un total desgobierno y nos asustan con el golpe.
El sábado se arremetió también contra la institucionalidad democrática. El presidente dio la palabra a su esposa, quien habló del patriotismo, de los niños y de lo bueno que es el gobierno con los ciudadanos amazónicos. Ayer conocimos con estupor una nueva cuenta de Nadine Heredia, quien obtuvo un ‘hábeas corpus deleznable’. Arremeten contra la prensa, pero es a través de esta que dialoga el país.