No es el voto, es la curul gay, por Fernando Vivas
No es el voto, es la curul gay, por Fernando Vivas
Fernando Vivas

Si fuese un voto disciplinado, Keiko ya perdió por hacerle la patería al homofóbico pastor Alberto Santana. Pero el voto gay es veleta. La simpatía política de cada gay, lesbiana o trans del Perú está librada a su conciencia individual; así como la simpatía por la causa LGBT está librada a la conciencia de cada político. El relativismo campea en estos temas vitales.

A PPK le oí decir que si uno de cada diez peruanos adultos es homosexual, que es más o menos el promedio mundial,tenemos un 10% de electores a los que hay que atender en sus derechos. Por eso asumió en su lista por Lima las agendas de Carlos Bruce y de Alberto de Belaunde. 

A Keiko, que en lugar del teórico probabilismo macro de PPK, se le da por los cálculos de ‘real politik’ representativa que aprendió de su padre, le oí decir que el voto evangélico conservador en el Perú se estima en 20%. Por lo tanto, firmó un pacto provida y profamilia. O sea, es un asunto de cálculo, no de convicciones; que si de ellas se tratara, me inclino a pensar que Keiko, que ha estudiado en la muy liberal Boston y algo se le habrá pegado, es pro-LGBT en el fondo.

Tengan en cuenta que la gran pelea del matrimonio igualitario con adopción de niños –que ya estamos para eso y no para la tímida unión civil– no se dará en el Ejecutivo. Al Ejecutivo hay que reclamarle una firme política inclusiva y antidiscriminación, no se le pida más. 

La gran pelea –esto es universal– se definirá en el Congreso, en el Poder Judicial (por ejemplo, en Estados Unidos se resolvió en la Corte Suprema). Y como aquí hay mucho temor sobre la solvencia moral y profesional del PJ, todos los cálculos y convicciones sobre el tema se reducen al Congreso. Al menos, a diferencia del PJ, este se renueva cada cinco años.

No sabemos si el nuevo Parlamento será más liberal que el anterior. Debiera serlo por mero ‘refresh’ etario, pero los jales regionales traen sorpresas de todo calibre. Les cuento una anécdota: ¿Recuerdan que el pastor Julio Rosas dejó a Keiko porque esta le pareció muy liberal tras sus declaraciones en Harvard a favor de una unión civil o patrimonial? Luego, como saben, pasó a las filas de César Acuña . Pues me cuentan que cuando Acuña estuvo en auge, Rosas quiso convencerlo de grabar un spot en el que prometiera que en un eventual gobierno suyo, si el Congreso aprobaba una ley progay, el presidente la observaría. ¡Miedo conservador a lo que depare el Congreso! 

Por eso, en esta confrontación de los gays y los mil demonios, no son los anónimos votos maricas sino las declaradas curules pro o antimaricas las que cuentan. Las de la buena y orgullosa acepción ; y las de la acepción cobarde e hipócrita.