Mariafé Barrantes

Se cree que la arrogancia y la vanidad son comportamientos –en gran parte– femeninos. Quien haya creado ese rumor no llevó clases de a nivel universitario.

Con el sueño de ser presidente, congresista o ministro, mis colegas van a clase en saco y camisa imaginando que ya tienen un gabinete listo para asumir el poder. En este pequeño universo, su participación en clase debe ser una campaña por sus partidos, sus salidas por un café en horas libres tienen que involucrar una discusión filosófica sobre alguna utopía de gobierno, y sus cuentas de Twitter deberían ser la constitución de la nación.

El problema, en realidad, no es el alucín. Él siempre existió; llámesele Aristóteles, Sócrates o Maquiavelo. Lo que no se nota a primera vista es, que en el exclusivo mundo de caramelo político de corbata y perfume, las mujeres no cabemos. Desde alumnas y profesoras hasta autoras y pensadoras, parece ser que las mujeres son un grupo aislado de las jóvenes y eruditas eminencias académicas en los Departamentos de Ciencias Políticas.

Julia Kristeva nos habló del monstruo femenino: en el cine, tenemos a Carrie. Pero en la política es el que una mujer esté en lo correcto. Lo que hace falta en espacios académicos es la deconstrucción de la altanería masculina. La política no es fálica y la academia, menos. Las mujeres conformamos el mayor porcentaje de estudiantes en la educación superior, el pisoteo por sobre nuestro intelecto no tiene correlación con nuestra participación: es el paternalismo engranado en nuestra sociedad el que nos oprime hasta en la educación.

A los políticos se les ha olvidado la pluralidad, esa que tanto defendió Arendt: con la paridad de género y la creciente accesibilidad a educación, no cabe espacio para el alucín machista dentro de la academia y aún más dentro de la toma de decisiones gubernamentales.

Carlos Paredes, Guido Bellido, Héctor Valer y el resto de dinosaurios en la política peruana: las mujeres hemos estudiado y sí sabemos hablar.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.



Mariafé Barrantes es Estudiante de Ciencias Políticas en el ITAM