Belén Oviedo

Mis tres días como participante en fueron reflexivos, emocionantes e inspiradores. Personalmente, fui con la idea de que sería una gran oportunidad para conocer y aprender de personas con diferentes experiencias que, a su vez, están comprometidas con el ámbito social y político del país. Sin embargo, me llevé mucho más que eso.

En esta edición, no solo se tocaron temas como el derecho a la información y la libertad de expresión. También pude reflexionar a profundidad sobre lo que significa vivir en de una manera que nunca antes me había planteado. Si el es un país democrático, entonces, ¿qué es lo que no está funcionando bien? ¿Cómo construimos una democracia que realmente funcione para todos? No tengo la respuesta definitiva, pero después de vivir esta experiencia sí sé por dónde podemos empezar.

Fortalecer a las personas. El recurso más valioso que tenemos son los millones de peruanos que día a día soñamos con un mejor mañana. El orgullo y la identidad son esenciales para el crecimiento y pueden utilizarse como un gatillador para involucrar a los jóvenes en la política. Democracia también significa representación. Representar personas, intereses e identidades. Como futuros líderes, tenemos el compromiso de contribuir con la creación de un país más justo, donde todas las voces sean escuchadas. Todo lo que sigue depende de nosotros. El Perú siempre se ha presentado como un país muy desordenado. Las personas no confían en el gobierno ni en las instituciones y su capacidad para velar por el bienestar de todos los ciudadanos. Y creo que podemos entender por qué. Ha habido tantas situaciones en las que la incapacidad y la corrupción de nuestros mandatarios se ha puesto en evidencia, que después de esta premisa tan desalentadora es un poco difícil ver hacia el con algo de optimismo. También sabemos que esta ineficacia es en gran parte causa de la pobreza y la desigualdad. Nos encontramos en un contexto crítico donde las asimetrías socioeconómicas han alcanzado proporciones alarmantes, impidiendo que el tan anhelado bienestar y crecimiento prometido año tras año llegue de manera equitativa a todos los sectores de la sociedad.

Enfrentamos brechas históricas arraigadas durante décadas, que han profundizado divisiones y demandan soluciones urgentes e innovadoras. Como cualquier persona joven, toda esta tumultuosa inestabilidad me abruma. Todos hemos llegado a sentir que aquí ya no hay oportunidades para nosotros. Todos queremos, o hemos querido, irnos a empezar de cero en otro lado. Y, efectivamente, hay demasiadas cosas que todavía no están bien y tal vez nunca lo han estado. Pero me quedo tranquila sabiendo que allá afuera hay más personas como yo, que sabemos que mientras exista futuro todavía existe la oportunidad de convertirnos en un mejor país.

Estoy muy feliz de haber sido parte de esta experiencia tan enriquecedora y de representar a mi universidad como una institución comprometida con el Perú.



*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Belén Oviedo es estudiante de la UCAL