Los partidos políticos son la base de la democracia, pero su desprestigio y falta de legitimidad ante la ciudadanía –en gran parte demérito de los mismos partidos– deviene una crisis del sistema político. Esta crisis genera en la juventud distancia o búsqueda de espacios alternativos. Pero la participación en los asuntos ciudadanos desde la juventud no cesa; ahora, cada vez más, es suprapartidaria, fuera de los partidos.

Ilustración: Giovanni Tazza
Ilustración: Giovanni Tazza

Un caso concreto es la política universitaria, llámese gremios estudiantiles, que está yendo, desde dentro de las universidades, hacia un proceso de desideologización y más bien hacia la solución de problemas concretos del estudiantado o, en algunos, hacia su descomposición o desactivación, esto último nocivo y problemático, pues deja a los estudiantes universitarios sin voz ni representación.

El dilema de la búsqueda de espacios para participar en los asuntos de la sociedad, fuera de estos mecanismos organizados por ideales comunes para acceder al Estado, en el ámbito nacional, supone un caldo de cultivo ideal para la fragmentación y la aparición de caudillos efímeros. Pero, además, a nivel de esferas de participación juvenil y ciudadana, la apertura de espacios alternativos desvinculados de estos partidos políticos.

Desde mi experiencia como estudiante de Derecho y representante estudiantil en la Universidad Nacional de Trujillo, considero indispensable que los esquemas de participación estudiantil no repitan patrones que han llevado al descrédito de los partidos nacionales. Si en el ámbito nacional se protesta por la falta de consenso en el Parlamento, desde las universidades no se puede promover el sectarismo; si es voz unísona la falta de rendición de cuentas gubernamentales, los gremios deben tener mecanismos claros de rendición; si hay falta de legitimidad de ejercicio en los representantes nacionales, los representantes estudiantiles debemos ser cercanos, horizontales.

Traigo el recuerdo de un pensamiento kantiano: “Dormí y soñé que la vida era belleza; desperté y vi que era el deber”, pero deber de vocación para servir, no inflamación de egos ni pelea de gallos, sino reflexión y proposición. Desde la universidad formamos nuestra vocación de servicio público. Espacios de participación, no de repetición.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Steeven Johannes Flor Pio es estudiante de Derecho en la Universidad Nacional de Trujillo