Mario Ghibellini

¡Tiembla, Mayta! ¡Persígnate, Maido! Un mesón que amenaza con dejar fuera de juego a todos esos locales en donde los grandes platos y las pequeñas porciones han celebrado maridaje está por destapar sus ollas en el corazón de Lima. En la plaza Bolívar, para ser exactos. Y ya se han detectado grupos de gente enardecida tratando de avanzar hacia el lugar, a la que solo las rejas y los cordones de seguridad de la PNP ha logrado contener. Alguien debe de haber corrido la voz sobre una eventual ‘marcha blanca’ que luego no se concretó…

El nombre del restaurante se mantiene todavía en reserva, pero esta pequeña columna ha podido averiguar que lo más probable es que sea bautizado como “¡Pleno!”: una elección razonable por cuanto se trata de un término que solemos entender como sinónimo de “lleno” o “satisfecho”, y que encierra una promesa que la potencial clientela del boliche difícilmente podrá ignorar.

Precisamente, para cumplir con esa promesa, los dueños del negocio han anunciado que este abrirá solo los jueves, pues un estudio de mercado les ha indicado que necesitarán del resto de la semana para cocinar las raciones que sus previsibles comensales habrán de demandar.

–La Náusea Rústica–

Las novedades que ofrecerá el local no se detienen ahí. Los 130 salivantes que presumiblemente visitarán sus instalaciones cada jueves estarán, por ejemplo, en libertad de acomodarse en los escaños de uno de los dos grandes ambientes que “¡Pleno!” pondrá a su disposición: a la izquierda, el populoso salón “La Náusea Rústica”; y a la derecha, el exclusivo “Panzón & Gastritis”. En el primer caso, se podrá ordenar platos del denominado “Menú Reconstituyente” y en el segundo, de la “Carta Magna”. Un análisis minucioso de cada uno de esos catálogos, sin embargo, revela que no hay gran diferencia entre ellos. “La tía Veneno” que se anticipa como responsable de los guisos de la izquierda parece ser en realidad la misma “Tante Poison” con la que se pretende atraer a los hambrientos de la derecha. En ambos espacios, en realidad, el objetivo principal es garantizar a los concurrentes el derecho que, según se nos ha notificado recientemente, asiste a todo peruano: el de comer rico sin estarse fijando en quién paga la cuenta.

Nada de alfalfas ni de menudencias de pollo anémico entonces: a los que hagan acto de presencia en el “¡Pleno!”, les estará reservado un buffet que, amén de abundante, hará alarde de sofisticación.

Revisemos, por ejemplo, algunas de las entradas o “cuestiones previas” con las que la casa buscará tentar a sus futuros clientes (el nombre “adelantos” fue sumariamente descartado por un ‘focus group’ integrado por personas extraídas de ese mismo universo). Desde la “Ocopa pa’ la tropa”, de innegable inspiración autóctona, hasta la miliunanochesca “Farra de hojas de parra”, pasando por el despachado “Solterón arequipeño”, todos los abrebocas harán imposible volver a cerrarlas, ya sea por el cuidado puesto en la selección de sus ingredientes o porque los tragaldabas de ocasión difícilmente habrán leído a Carreño. Como nota curiosa, cabe mencionar que en el menú original figuraba también un supuesto “Carpaccio cajacho”, pero que finalmente habría sido descartado para evitar reflujos indeseables.

La gastronomía italiana, no obstante, consigue enseñorearse en el ámbito de los platos de fondo, sobre todo por su facilidad para fusionarse con la celebrada cocina nacional. Si bien nadie sabe a ciencia cierta en qué consistirán los “Pappardelle ahogados en el ragú del almirante”, ha trascendido que los “Spaghetti alle vongole” (especie de almejas o conchitas diminutas) suscitan desde ya gran interés entre los comensales que han comprometido su asistencia a la inauguración del local… Aunque no tanto como los “Spaghetti Tutto Mare”, que consienten conchas de todo tamaño.

Entre los potajes de inspiración criolla, por otra parte, los dueños del “¡Pleno!” tienen sus esperanzas cifradas en el “Así de gallina”: un batacazo al estómago cuya contundencia dependerá de qué tanto puedan extender los brazos los parroquianos a la hora de pedirlo. En cualquier caso, se sabe que la posibilidad de repetir ciertas especialidades –como el “Voto a la naranja”– estará disponible en la carta bajo el título de “reconsideraciones”.

En lo que concierne al carrito de postres, finalmente, se da por descontado que traerá la ineludible mazamorra morada y una originalidad absoluta: los niños envueltos en enjuagues pasados por agua tibia y dulcificada. Esto, además de otros confites elaborados sobre la base de picarones y mermeladas.

Como se ve, pues, estamos ante una propuesta ‘gourmet’ audaz y capaz de dejar satisfechos hasta a los compatriotas más voraces. O quizás más bien lo estábamos. Porque de pronto una sombra siniestra ha aparecido en el horizonte.


–Diente en suspenso–

Cuando todo parecía indicar que la posibilidad de hincarle el diente al buffet descrito estaba a la vuelta de la esquina, las noticias nos han informado de un retroceso insólito. Muchos de los clientes que ya estaban haciendo cola en la puerta del local, en efecto, han pedido dejarla solo entreabierta y que se apaguen los fogones en los que ya sus pedidos estaban cogiendo temperatura. ¿Retortijones de última hora? ¿Súbitos propósitos de dieta? No lo creemos. Pero mientras el misterio se resuelve allá en la plaza Bolívar, permaneceremos aquí haciendo sonar los cubiertos.

Mario Ghibellini es periodista

Contenido Sugerido

Contenido GEC