Las diferencias entre trabajar en un botadero y en las rutas de reciclaje, es que en el primero la labor de los recicladores es prácticamente invisible. "Deberían cerrar esos lugares", dice Gregoria. (Foto: PNUD)
Arequipa
Redacción EC

Trabajan por una ciudad más limpia. Gregoria Cruz, Alejandra Mamani y Celia Condori viven en Arequipa y comparten un mismo esfuerzo que nace en el reciclaje. 

De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), más del 83% de las asociaciones de recicladores en Arequipa son lideradas por mujeres. Gregoria, Alejandra y Celia son los rostros de un empoderamiento que empieza a generar grandes cambios en su comunidad.

Según informó PNUD, ellas son mujeres empoderadas por la Iniciativa de Pobreza y Medio Ambiente (PEI). Por cuatro años consecutivos, la PEI en el Perú ha trabajado bajo el liderazgo del Ministerio del Ambiente y la asistencia técnica del PNUD y ONU Medio Ambiente, en alianza con ONU Voluntarios y la Municipalidad Provincial de Arequipa.

Conoce las historias de estas tres mujeres que impulsan la cultura de reciclaje en Arequipa y que gracias a esta labor pueden forjar un mejor futuro para ellas.

-Tres historias de esfuerzo-

Gregoria Cruz hace dos años dejó el botadero de Quebrada Honda en Arequipa. Ella es madre de dos hijos, de 25 y 29 años, y trabaja desde hace cuatro años con la iniciativa PEI, pero alcanzar la formalidad en su oficio fue un proceso. "Al inicio sacaba de quince a veinte soles al día recolectando de casa en casa y no alcanzaba. Así que volvía al botadero", dijo Gregoria al PNUD.

Las diferencias entre trabajar en un botadero y en las rutas de reciclaje, es que en el primero la labor de los recicladores es prácticamente invisible. "Deberían cerrar esos lugares", le comentó al PNUD. Gregoria está convencida en que la formalidad en el trabajo de reciclaje es posible cuando hay un compromiso compartido entre la sociedad, empresas y el gobiernos.

Alejandra Mamani es de la provincia de Melgar, ubicada en Puno. Ahí tuvo a su primera hija y trabajaba como vendedora, tejedora y cocinera. En los años noventa, Alejandra y su familia tuvieron que mudarse a Arequipa debido a la violencia desatada por Sendero Luminoso. Ahí, gracias a su amiga Gregoria, conoció la iniciativa PEI.

Hace unos meses, Alejandra participó en un foro internacional por el Día del Medio Ambiente en Lima. En este evento habló sobre su labor como recicladora frente a un público integrado por empresarios y funcionarios. Gracias a su trabajo formal, sus hijos tienen la oportunidad de acceder a una educación superior. "Quiero hacer una empresa con mis compañeras donde todas son bienvenidas", dijo Alejandra a PNUD.

Celia Condori, natural de Puno, sustentó sus estudios escolares mientras trabajaba en una casa en Arequipa. A los 19 años, tuvo a su primer hijo y así se convirtió en la cabeza de su familia. Antes de dedicarse al reciclaje, Celia trabajó como obrera de construcción, remallando máquinas y en una chacra de alcachofas.

Desde hace más de un año, Celia es presidenta de una asociación de 11 recicladores formales, con quienes recolecta entre 25 a 34 toneladas de residuos. Cada uno puede obtener entre S/800 a S/900 mensuales.

Celia no solo ha forjado un futuro para ella y su familia, también para sus socias, con quienes comparte el nuevo reto de crecer como empresa. "Ya nos veo enviando tráileres de residuos al extranjero", comentó a PNUD.

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