Desde su sustracción del Perú, en el contexto de la Guerra del Pacífico, “Recuerdo de la Monarquía Peruana o bosquejo de la historia de los Incas”, el manuscrito de Justo Apu Sahuaraura Inca, fue uno de los documentos peruanos que se creyó perdido y con él importantes retratos de la genealogía inca, desde Manco Cápac hasta Túpac Amaru. Este año, nuestro país pudo finalmente recuperar esta pieza histórica a través del Consulado General del Perú en São Paulo (Brasil).
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Por otro lado, “Rusia ante el Segundo Plan Quinquenal (1932-1933)”, de puño y letra de César Vallejo, se convirtió esta semana en Patrimonio Cultural de la Nación debido a su relevancia y por la necesidad de darle protección. El camino para su recuperación empezó el 2017. Finalmente, desde el 2018, luego de varios análisis y opinión de intelectuales, se concretó su adquisición por parte de la Biblioteca Nacional del Perú (BNP), explicó Gerardo Trillo, director de protección de colecciones de la BNP.
Tanto el manuscrito de Sahuaraura como el de Vallejo forman parte de una invaluable colección que el Perú resguarda por sus características singulares. ¿Cómo recupera nuestro país el patrimonio que también es atractivo a ojos de los coleccionistas?
El viaje hasta Perú
De acuerdo con Trillo, el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) ha destinado para el 2020 un presupuesto de cerca de S/1 millón a la BNP para la adquisición de libros, entre ellos libros electrónicos, libros para la sede de la biblioteca de la avenida Abancay y piezas que están en el mercado internacional. Además de esta forma, el otro camino para el retorno de documentos o material relevante para el país es a través de la cooperación.
“En el mercado internacional existe una demanda de estas piezas y los coleccionistas son los que, por lo general, tienen el dinero para adquirirlas. Lamentablemente, cuando eso ocurre, el Estado pierde la posibilidad de poder conseguirlas”, dijo Trillo a El Comercio.
Una de las contingencias al momento de la recuperación del patrimonio es la existencia de un mercado negro, que oferta material extraído ilícitamente. Por ello, permanecen en constante alerta para detectarlo. “Existe la venta de documentos antiguos, hay que estar revisando dónde se venden libros, manuscritos. La Cancillería, a través de sus embajadores, están al tanto para informar si se trata de patrimonio que está en una venta irregular. También se dan alertas a través de Interpol”, comentó Trillo.
En el caso del manuscrito de César Vallejo, el funcionario de la BNP dijo que el documento apareció en venta en el extranjero (Estados Unidos y México), y luego de algunas gestiones obtuvieron el presupuesto para su retorno al Perú. La Policía Nacional, a través de un estudio grafotécnico, determinó su autenticidad. Se trata de un estudio escrito por el vate peruano tras su tercer viaje a Rusia. “El manuscrito da detalles como el comportamiento de las personas, de los obreros en Rusia”, añadió Trillo.
Por otro lado, en el caso del manuscrito de Sahuaraura, el proceso fue más largo. “El documento fue parte de lo saqueado durante la Guerra del Pacífico, estamos hablando del año 1881. No fue a la biblioteca de Chile, sino que cayó en manos de particulares y parece que se estuvo vendiendo, eso no está muy claro. Incluso, mediante la investigación que estamos haciendo, sí se le ofreció a la BNP en 1913, pero eso está por corroborarse”, detalló Trillo. Décadas después, en los 70, el manuscrito llegó a Argentina y la familia Mindlin, de Brasil, lo adquirió. Desde entonces permaneció en ese país.
La biblioteca pudo determinar que se trataba de un documento perdido debido a un facsímil hecho por Telefónica alrededor del año 2000. “Ahí se pudo apreciar los sellos de la biblioteca, que se colocaron en el siglo XIX, con lo cual damos la garantía que efectivamente ese documento estuvo y era propiedad de la BNP”, añadió Trillo.
Entre los años 2010 y 2012, la Cancillería peruana empezó a evaluar medidas para que este manuscrito retorne al Perú. “Se estuvo orientando a la familia Mindlin para que pueda hacer la devolución del documento y María Emma Mannarelli, cuando era directora de la BNP, envió una carta apelando a la buena fe la familia para que devuelva el manuscrito. Ellos lo devolvieron al Perú y así retornó. [La gestión] no tuvo ningún costo para el Perú. Fue maravilloso por el tipo de gestión. Son gestos que hay que valorar”, explicó el funcionario de la biblioteca. La relevancia de este documento recae en que se trata de un manuscrito “único y artísticamente sobresaliente. No se conoce de otro documento similar con esas imágenes”, resaltó Trillo.
Justo Apu Sahuaraura Inca fue un clérigo del Cusco que a través de este documento buscaba demostrar que era descendiente de la nobleza inca. Debido a que estaba ligado a la iglesia, no dejó descendencia. Trillo resaltó que el imaginario actual de los incas se basa, de alguna manera, en lo que ahí se representa.
¿Cómo se determina la originalidad de un manuscrito?
Según Trillo, cuando se trata de un manuscrito la rigurosidad es mayor, pues la comprobación debe ser física y pocas veces una fotografía ofrece las características necesarias para hacerlo. En el caso del manuscrito de Sahuaraura, los sellos ofrecieron una pista certera.
Sin embargo, explicó que hay detalles que corroboran la originalidad como el tipo de papel, la tinta, la escritura, el vocabulario que se utiliza, la encuadernación. “Son detalles orgánicos y de estilo para determinar si el documento es real. En el caso de los archivos es mucho más práctico porque son únicos y del Estado. En los manuscritos es más difícil determinarlo”, dijo Trillo.
Una de las dificultades es que cuando se trata de casos de tráfico ilícito, los documentos pueden estar dañados por recortes o ácidos que eliminan los sellos.
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