MDN
Cusco
Enrique Vera

El ingreso a la comunidad campesina de Lutto Kututo, en el distrito de Llusco, provincia de Chumbivilcas (Cusco) es una extensa pampa que para los vecinos siempre fue un lugar de paso. Se trata de una zona del cerro Coropuna, donde hoy la mayoría de familias de los anexos de Campanayocpata y España espera, desde el viernes último, carpas, abrigo y alimentos.

Hasta hace tres días vivían del cultivo de maíz y frutales en un productivo valle que irrigaba el río España, pero desde la madrugada del jueves la formación de unas enormes grietas en casi dos kilómetros de las tierras que habitaban y trabajaban los obligó a reubicarse en esa explanada. Las grietas devoraron sus casas y generaron deslizamientos que sepultaron al menos 25 hectáreas de sembríos de papa, maíz, haba y frutales.

Las cifras oficiales dan cuenta, hasta el momento, de 47 familias damnificadas, pero El Comercio constató que en la enorme explanada de ingreso a Lutto hay unas 100 que aseguran haberlo perdido todo.

Los grupos familiares de mayor riesgo (con niños o adultos mayores) han podido pasar la noche en las primeras carpas que envío el Gobierno Regional de Cusco a solicitud de la Municipalidad de Llusco.

La activación de las grietas, que empezó el martes último en Campanayocpata y que se extendió con mayor gravedad la madrugada del jueves hasta el anexo España, ha ocasionado también la destrucción del puesto de salud de Lutto y el colapso de un kilómetro de la carretera a Apurímac.

“Desde el martes advertimos que era urgente la evacuación pero hay familias que se han quedado en las viviendas caídas. Ahora mismo hay personas que no miden el riesgo y tratan de ingresar para rescatar sus cosas. La situación es desesperante”, dijo Wilbert Cáceres director de la agencia agraria de Chumbivilcas.

El alcalde de Llusco, Ezequiel Mallma, refirió que ese martes, cuando aparecieron las primeras fisuras en Camapanayocpata, recorrió con el gobernador regional, Edwin Licona, todo el sector afectado. “Fue ahí que llegaron las primeras carpas y colchones pero nadie imaginó lo que iba a ocurrir dos días después, cuando la tierra se abrió 200 metros más allá, en el anexo España” detalló.

Desde la explanada y desde las orillas del río España se puede observar cómo el espacio que albergaba hileras de viviendas y parcelas de cultivo se ha convertido ahora en trozos de tierra en declive, divididos por enormes fisuras de 12 metros de profundidad. Se trata, en suma, de 28 hectáreas de grietas, según la última evaluación de daños en el lugar.

Hay dos grandes preocupaciones para las autoridades de Llusco actualmente. La primera es en torno al embalsamiento de una laguna que se ha formado en el río España. Según explicó Wilbert Cáceres, la Autoridad Nacional del Agua, tras una evaluación, encontró que la laguna se formó en un espacio formado por los deslizamientos y que estaría a punto de superar su capacidad. “De ocurrir esto el desembalse arrasaría comunidades y cultivos del distrito de Colquemarca, que están asentadas al lado del río Santo Tomás. Ello debido a que el río España es afluente del Santo Tomás”, explicó.

La otra, es hasta ahora el imposible control de los moradores que pugnan por recuperar lo que ha quedado dentro de sus viviendas desplomadas o hundidas en las grietas. En efecto, ayer durante el recorrido que realizó El Comercio por las zonas colapsadas, padres e hijos desesperados buscaban la forma de acceder a lo que fueron sus predios. Cualquier espacio abierto que haya quedado en medio del desastre es aprovechado para intentar acceder y sacar lo que encuentren. Ello pese a que en los sectores de riesgo, el paso ya ha sido restringido con cintillos de seguridad y a la presencia de agentes policiales desplazados.

Dicen que han perdido alimento, dinero, sus motos y abono en la destrucción. Algunos lloran porque solo quedaron con lo que llevaban puesto y, cuando son retirados casi a la fuerza, aseguran que volverán. “Es una situación crítica”, lamenta el alcalde.

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