En los 110 años que tiene de vida La Ibérica nunca había cerrado su fábrica de chocolates. Ni los terremotos ni las protestas sociales de Arequipa, ni los peores días del primer gobierno de Alan García paralizaron su producción. Sin embargo, esta vez, un virus originado en Wuhan (China), a más de 17 mil kilómetros de distancia, llegó y detuvo sus operaciones.
El domingo 15 de marzo, cuando el presidente de la República, Martín Vizcarra, decretaba el estado de emergencia con el cierre de fronteras, suspensión de las actividades comerciales y aislamiento social obligatorio, los miembros del directorio de La Ibérica no podían creer lo que estaba pasando. “Nos agarró desprevenidos. Desde el lunes 16, hasta el miércoles 25 de marzo no producimos ni un solo chocolate. Jamás había pasado eso”, nos dice el gerente general de empresa, Bernardo Suárez. Al día siguiente el gerente anunció a sus 500 trabajadores que cerraban las 60 tiendas y la planta de producción hasta nuevo aviso. Todos tenían licencia con goce de haber.
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El miedo invadió a sus trabajadores, entre ellos Rosario Zeballos, quien lleva 15 años trabajando en la empresa y que nunca había faltado a sus labores. Ella solo rezaba para que toda vuelva a la normalidad. La primera semana de cuarentena fue tensa para todos y los reportes de venta registraron una caída histórica: cero soles de ingreso.
Los miembros del directorio discutían el futuro de la empresa. Tras varias consultas, el miércoles 18 de marzo, Bernardo Suárez recibió un correo del viceministro de la Producción indicándoles que tenían autorización para producir, pero bajo un estricto protocolo sanitario. “Fue la mejor noticia que nos dieron en esos días. Lo recibimos con mucho positivismo y desde esa fecha no tengo horario de trabajo”, relata el gerente.
Pese a que la fábrica cuenta con altos estándares de inocuidad, que la Dirección General de Salud Ambiental (Digesa) obliga cumplir a todas las empresas procesadoras de alimentos, tenían que implementar el protocolo sanitario para evitar la propagación del COVID-19. La médica en salud ocupacional, Gabriela Valdivia, tardó una semana para implementar el protocolo.
A diferencia de otras empresas, al margen de los cuidados (uso de mascarillas, toma de temperatura, el distanciamiento y desinfección de las manos y calzados,) para ingresar a la fábrica se llena una declaración jurada descartando tener algún factor de riesgo o sintomatología de COVID-19. A las trabajadoras también les pusieron movilidad para evitar que se contagien en el transporte público.
-El reinicio de operaciones-
El lunes 23 de marzo las máquinas de la fábrica se volvieron a encender. Los directivos llamaron a las trabajadoras, pero no todas querían volver. Tenían miedo. De las 120 convocadas, solo 69 aceptaron. Con ellas reactivaron la empresa. “Para nosotras no es una novedad, uso mascarilla desde hace 15 años. Para ingresar a la planta me desinfecto desde la cabeza hasta los pies. En la fábrica es el lugar donde más protegida me siento. Pero ya no es lo mismo, hay un poco de tristeza por todo lo que pasa. Mis compañeras no están”, dice Rosario.
Las trabajadoras designadas para laborar en cuarentena ingresan impecables a la planta. La jefa de Producción, Rocío Gordillo, se encarga de que ninguna entre con alguna partícula visible (cabellos, polvo, residuos), que pueda afectar el producto, pero desde la pandemia tampoco pueden ingresar con agentes invisibles, como el virus. Por eso han reforzado la desinfección del personal.
Gordillo no solo es la jefa inmediata, también se ha convertido en consejera y motivadora de sus compañeras. “La fábrica paraba llena. Te cruzabas con la gente en los pasillos. Ahora está vacío. Antes trabajaban 75 personas por turno y en épocas de alta producción había 100 personas por turno. Al día teníamos tres turnos. Ahora solo trabajan 60 personas en un solo turno”, indicó.
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-La producción ha tenido que disminuir-
Antes de la cuarentena, en La Ibérica producían 6.000 kilos de chocolates al día. Hoy están produciendo 1.200 kilos (20%). El cacao que usan proviene de Quillamba (Cusco). Entre enero y abril compraron 450 toneladas de este fruto a ocho comunidades del Valle de la Convención. Parte de la materia prima, debido a la suspensión del transporte interprovincial, se quedó almacenada en el centro de beneficio que tienen en Quillabamba. Ahora tienen cacao hasta el 2021.
Cuando el insumo llega a Arequipa, es llevado a la planta donde se retiran los materiales extraños. Entran a unas tostadoras que tienen capacidad de tostar 100 kilos por hora. Luego pasa a una torre de enfriamiento, seguidamente a las llamadas descascarilladoras. Se muele el cacao y se obtiene la pasta de chocolate. La crema viaja por tuberías hasta un molino de billas donde se convierte en pasta fina, que posteriormente se almacena en tanques de 4.000 kilos capacidad. La pasta fina se mezcla con manteca de cacao, azúcar en polvo, leche en polvo y se forma la masa, lista para ser usada en cualquier producto.
En cada etapa de la cadena productiva la intervención de las trabajadoras es muy importante. “Toda la mano de obra se podría reemplazar con un plan de adquisición de máquinas. Pero no lo hacemos, porque el trabajo manual caracteriza a los productos de La Ibérica. Las trabajadoras son valiosas, pero por ahora no todas pueden regresar. Por temas de distanciamiento, si antes en una mesa trabajaban cinco personas decorando o empaquetando, ahora máximo son dos”, manifestó Rocío Gordillo.
La producción se mueve en relación a las ventas, y éstas cayeron en 60%. Solo se comercializa el producto en las bodegas y supermercados. Las tiendas y los módulos de los centros comerciales están cerrados. La poca demanda ha obligado a los directivos a retirar varias presentaciones de su cartera. De las 200 variedades de productos que ofertaban, 80 salieron del mercado. La línea chocolatier y los turrones no se están produciendo, y los mazapanes se fabrican en un 5%.
-Se tuvo que donar chocolate-
El día que El Comercio visitó la fábrica había un patrullero de la Policía Nacional dentro de las instalaciones. Los efectivos cargaban cajas de chocolates que la empresa ya no podía comercializar y que en 45 días iban a vencer, por ello decidió donar sus productos a diferentes instituciones (Fuerzas Armadas, hospitales, Bomberos, Cruz Roja), antes de que se echen a perder. Todavía no tienen un cálculo de cuánto producto donaron. Según sus registros, solo en mayo regalaron 1,6 toneladas de chocolates.
La jefa de Recursos Humanos, Giovanna Gómez, reveló que los propietarios, por voluntad propia, se rehusaron a cobrar sus utilidades a fin de garantizar el pago a los proveedores de cacao. Dijo que han cumplido con el abono de salarios a todos los trabajadores. No hubo despidos y el vínculo laboral está vigente con todos sus empleados, y en el camino (como se vayan acomodando las cosas) irán activando a las 68 obreras que están con suspensión perfecta.
“La empresa no va entrar en quiebra, el virus no nos va a ganar. Tenemos 110 años y hemos superado todo. Nosotros tenemos el firme compromiso de que vamos hacer lo posible para no quebrar. Comercialmente estamos moviéndonos muchísimo para vender todo lo que se pueda. Día a día peleamos, punto de venta por punto de venta”, puntualizó el gerente general.
-Delivery por primer vez-
La Ibérica está siendo muy agresiva para ganar diferentes espacios. La competencia internacional (Ferrero Rocher, Ritter Sport, Lindt, entre otros) no está exportando, y eso les da ventaja para ocupar sus espacios. Por medio de llamadas telefónicas y toques de puerta están llegando a todos los autoservicios. Y por primera vez están vendiendo en tiendas de conveniencia (como grifos), donde les dan un pequeño espacio en caja.
También han implementado el sistema de delivery, algo que no hacían. Empezaron en Arequipa y luego en Lima. Les van bien. Si el pedido es mayor a S/40 no tiene costo el envío. Además, iniciaron una intensa campaña en redes sociales para comunicar las bondades de sus productos. Poco a poco van mejorando sus ventas.
“Tengo la esperanza que esto pase y podamos recuperar nuestra producción. Ojalá que en julio podamos abrir nuestras tiendas de los centros comerciales, e implementar un turno más en la planta. Si en agosto recuperamos el 80%, es un gran avance. Si en septiembre recuperamos el 100%, habremos sobrepasado la crisis del coronavirus. En estos tres meses (marzo, abril y mayo) ya hemos perdido S/ 4 millones. No esperamos tener ganancias, si al cierre del año no hemos perdido dinero, será un éxito”, subrayó optimista Bernardo Suárez.