Tres días después de haber sido asesinado a balazos en su domicilio, ubicado en el kilómetro 93 de la carretera Interoceánica, Madre de Dios, los restos del luchador contra la minería ilegal Alfredo Ernesto Vracko Neuenschwander fueron sepultados en el cementerio San Martín de Porres.
“Ellos creen que han tumbado a un grande como a Alfredo Vracko, pero no lo han hecho (…) Ya no puede seguir pasando esto, ni un Vracko, ni un Fernández, ni nadie debe ser asesinado por esta lacra que se ha asentado acá”, dijo entre lágrimas Fredy Vracko, hijo del fallecido, ante unas mil personas que acompañaron el cortejo fúnebre.
El jueves último dos encapuchados armados irrumpieron en casa de Vracko y le quitaron la vida disparándole tres veces. La Fiscalía Ambiental de Tambopata tenía prevista una operación de desalojo a mineros ilegales ese mismo día.
Vracko impulsó el trabajo formal de la madera, con manejo sostenible y planes de aprovechamiento técnico. Junto a su familia decidió formalizar sus tierras con una concesión para reforestación. En el 2007 denunció por primera vez la invasión de mineros ilegales en su concesión ante el Gobierno Regional de Madre de Dios y ante el Organismo de Supervisión de los Recursos Forestales y de Fauna Silvestre (Osinfor), pero no obtuvo respuesta.
“Este es un mensaje de fuerza y verán que a la familia no la han quebrado. No nos van a sacar de nuestra propia casa, esto no ha acabado con la muerte de mi padre, esto acaba de empezar. Les prometo todo el esfuerzo para hacer que la muerte de Alfredo Vracko no haya sido en vano”, refirió Fredy Vracko en el sepelio.
Otros manifestaron también que “ha llegado la hora de unirnos y para limpiar toda la pampa”. Además solicitaron a las autoridades que escuchen el clamor de los afectados, de los propietarios que han perdido todo, y se imponga la justicia.
“Este pueblo ha acogido a toda la gente de nuestro Perú. A nadie se le ha negado nada, nunca hemos negado un pedazo de tierra, nunca le dijimos que no cultivaran nada, pero ahora atropellan, ahora matan, ahora roban, y nosotros seguimos callados”, dijeron los asistentes.