(Foto: Ralph Zapata)
Piura

Los pueblos del Bajo Piura aún mantienen viva una tradición: dar de comer dulces a los niños en honor a menores fallecidos. Se celebra cada 1 y 2 de noviembre en zonas como Catacaos, Cura Mori, La Arena y La Unión. La llaman “Los angelitos”.

Luis Vílchez Macalupú y su esposa Gladys Flores Ramos, dueños de la panadería San Juan, saben de esta tradición que recogieron de sus tatarabuelos. En su casa, ubicada en la calle Lima, esta pareja de esposos preparan todos los años en noviembre los famosos “angelitos” –dulces de todo tipo–, y roscas de muerto.

“Los angelitos son dulces que preparamos en velaciones, y que se les da de comer a los niños de la misma edad de otros ya fallecidos”, explica esta mañana en su panadería. Decenas de pobladores que han perdido a un niño llegan desde temprano a esta tienda para comprar angelitos y roscas que luego dan de comer a niños de la misma edad de sus difuntos.

Las velaciones se celebran el 1 y 2 de noviembre y en esos días los familiares de los difuntos velan (encienden velas) a sus muertos durante la noche.

Por la tarde, decenas de niños se reúnen en la plaza de armas del distrito para recibir de los familiares de los difuntos, además de angelitos y roscas, miel. “Come en el nombre de mi angelito”, le dicen los familiares y luego le dan una palmadita en el hombro. “Es una forma de recordar y tener presente a sus niños difuntos. Es una tradición en estos pueblos”, explica Flores Ramos.

Otra de las personas que vende angelitos, roscas y miel es María Coveñas Yovera, vecina de La Arena. La mujer vende angelitos y dulces en bolsas que cuestan 1 sol. “Vendo entre 100 y 200 bolsas diarias, que contienen dulces surtidos”, dice en su puesto de la plaza de Armas de La Arena.

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