Suspenden clases hasta este lunes por elecciones municipales. (Foto: ONPE)
Suspenden clases hasta este lunes por elecciones municipales. (Foto: ONPE)
José Carlos Requena

Las “discusiones bizantinas” de las que se queja el presidente Pedro Pablo Kuczynski parecen estar limitadas a los rumores capitalinos sobre una eventual sucesión presidencial (que el tratado de Ancón de esta semana parece no acallar) y la sobrepoblación de columnas de opinión que se dedican al tema. Fuera de ello, el país avanza hacia un hecho cierto: la renovación democrática de su liderazgo político en menos de ocho meses.

Esta semana, el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) oficializó el calendario electoral que regirá los comicios del domingo 7 de octubre próximo. Un hito importante se da en solo tres semanas, el domingo 11 de marzo, cuando vence el plazo para que las organizaciones políticas puedan solicitar la inscripción de alianzas electorales y para que el JNE apruebe el padrón electoral, que contiene la relación de votantes hábiles.

No está de más recordar que cerca de 13 mil autoridades serán elegidas en estos comicios, entre gobernadores y consejeros regionales, alcaldes y regidores. Figuran en esta lista los 26 gobernadores regionales –varios de ellos con perfiles muy controversiales–, con los que el hoy aquejado gobierno de Kuczynski quiso establecer un lazo cercano, mellado actualmente por presiones en otros frentes.

Estos son los primeros comicios en que la reelección de gobernadores regionales y alcaldes está prohibida. Queda ver el rol que tomarán ante esta imposibilidad personalidades con indudables aspiraciones y aún mucho trecho por recorrer, como los actuales gobernadores Yamila Osorio (Arequipa) o Fernando Cillóniz (Ica). ¿Auspiciarán alguna candidatura que prolongue su liderazgo? ¿Entrarán en un receso para volver recargados?

Las elecciones de octubre, además, pondrán a prueba el poder y la cohesión de los grupos con presencia parlamentaria. Hasta hace poco, se creía que la disputa sería entre Fuerza Popular y APP, teniendo como epicentro el norte del país.

Hoy, claramente, la situación es otra. La otrora sólida mayoría fujimorista podría mostrar el ahondamiento de sus fisuras o, por el contrario, echar por tierra los rumores en tal sentido. Para el oficialismo, hoy atribulado por otras preocupaciones, podría constituir una ocasión para el relanzamiento. La izquierda, en tanto, deberá mostrar si el mito de la unidad es posible y necesario. Finalmente, en los históricos AP y Apra es posible que se prolonguen conflictos irresueltos, con consecuencias en los liderazgos regionales y locales.

Al margen de lo que pueda pasar en la política nacional hasta entonces, las elecciones de octubre constituirán un cambio importante en la política subnacional, aquella cotidiana y cercana, que no debe perderse de vista. No le falta razón al dicho común en la política estadounidense: toda la política es local.

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