Tienen la selva frente a sus ojos, pero no la libertad para recorrerla. Saliendo de Tarapoto, a 15 minutos, se construyó lo que bien podría parecer una pecera con vista al mar. Fue el tráfico y el cautiverio ilegal que impera en San Martín y en toda la Amazonía lo que hizo urgente construir un refugio para animales silvestres que perdieron su instinto salvaje y que necesitan recuperarlo para volver a casa.
Hace 12 años, un grupo de profesionales fundó Urku con la idea de abrir un centro de rescate, que se hizo posible años después. Ahora se da albergue a 62 animales rescatados de las condiciones en que vivían. Algunos lograron recuperarse; otros no.
Un mono maquisapa llegó hace cuatro años. La policía ecológica y la Autoridad Regional Ambiental lo rescataron del cautiverio: vivía en una casa en Tarapoto, lejos de los árboles y de los suyos. A Urku no llegó muy bien, a los pocos días murió. Esa es una historia que aquí se ha repetido mucho.
El agrónomo Daniel Vecco es el presidente fundador de esta organización que afronta varias dificultades. Una de ellas, la falta de recursos. El aporte de cooperantes y el cobro por el ingreso al centro les ayuda a sostenerse. Eso, lamentablemente, no alcanza. Con la falta de dinero vienen otros problemas; en algunas ocasiones, no tienen forma de pagarle al veterinario.
No hace mucho hallaron dos monos muertos cerca del centro. Ese es el otro problema. La urbe crece cada vez más y la vida en la selva se ve amenazada por el cemento y los cazadores. “A veces los matan para comerlos; a veces, por deporte”, cuenta Vecco, a quien le preocupa que las casas se estén acercando a las 7,4 hectáreas que ocupan en la zona de amortiguamiento del cerro Escalera.
Aun con todo, en Urku siguen luchando para que los animales recuperen su instinto silvestre. César Guerra, un administrador especializado en ecología, dice que para readaptar a los animales se necesita enseñarles a cazar y a buscar alimento sin depender del humano.
No hace mucho, una pareja de guacamayos pudo ser liberada luego de siete años de refugio. Los soltaron en la Cordillera Azul. También se logró readaptar a un grupo de monos. De vez en cuando, aparecen revoloteando entre los árboles de Urku. Aún no olvidan del todo el lugar donde recuperaron la libertad e iniciaron el duro camino de vuelta a casa.
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