"El voto referencial", por José Carlos Requena
"El voto referencial", por José Carlos Requena
José Carlos Requena

En el 2011, el Perú tuvo su primer congresista indígena amazónico. Contra todos los pronósticos, que avizoraban una cómoda reelección del nacionalista José Maslucán –parte del ‘establishment’ humalista–, Amazonas eligió al líder Eduardo Nayap Kinin con 17.556 votos. Nayap fue el tercero en una lista de tres. Solo el voto preferencial hizo que pudiera acceder a su curul. Si se hubiera aplicado un método similar al que se usa para las regidurías, que no contempla elección adicional a la de la lista, Maslucán hubiera retenido su escaño y Nayap seguiría su vida de activista religioso y ambiental.

Al igual que Nayap, han accedido al Congreso políticos regionales que de otra manera no se hubieran colado en las cúpulas partidarias asentadas en Lima. Aunque este hecho no garantiza una mejoría en el Parlamento, sí asegura algún nivel mayor de representatividad.

Una revisión más detallada de lo que ha sido el voto preferencial en el Parlamento más reciente, el actual, puede dar mayores atisbos de su real alcance y de su efectiva implicancia. En lo concerniente a la representación parlamentaria de las regiones (excluyendo al Callao), el voto preferencial ha permitido que un activista de causas de los discapacitados como Michael Urtecho, con el número 7, tenga la mayor votación en su partido, Solidaridad Nacional (SN). Lamentablemente, Urtecho fue luego desaforado por escandalosos malos manejos. También ha permitido que políticos pertinaces e intrascendentes como Marco Tulio Falconí (con el 6 en la lista de Perú Posible [PP] en Arequipa) o controversiales como Elsa Anicama (4 en Ica por Gana Perú [GP]) tengan un escaño. El balance, pues, es de luces y sombras.

De las 23 regiones, solo dos eligieron en su totalidad a los número 1 de sus variadas representaciones. Huancavelica (Hugo Carrillo, GP; y Wuilian Monterola, PP, hoy en Unión Regional) y Lambayeque (Yehude Simon, Alianza por el Gran Cambio, hoy con PP; Virgilio Acuña, SN, hoy con Alianza para el Progreso; Alejandro Aguinaga, Fuerza Popular [FP]; Martín Rivas, GP; y Javier Velásquez Quesquén, Partido Aprista Peruano, parte de Concertación Parlamentaria. Estas dos regiones hicieron lo que, digamos, la cúpula indicaba. Muchos de ellos son más vistos en debates mediáticos que en disputas por temas regionales. 

En tanto, cuatro regiones no eligieron a ningún número 1. Huánuco eligió a Alejandro Yovera (con el 2 en FP, desaforado en julio de este año, siendo parte de Acción Popular-Frente Amplio), Josué Gutiérrez (3 en GP) y Carmen Omonte (3 en PP); Moquegua eligió a Vicente Zeballos (3 en SN) y Jaime Valencia (2 en GP); Pasco optó por Néstor Valqui (2 en FP) y Tito Valle (2 en PP); y Ucayali eligió a los mediáticos Carlos Tubino (2 en FP) y Teófilo Gamarra (3 en GP). Quienes promueven el voto preferencial dirían que estas regiones son mejor representadas. Pero, de nuevo, muchos de estos congresistas privilegian disputas interpartidarias sobre discusiones de algún tema relevante a la región que representan.

La revisión permite constatar que hay muchos parlamentarios de cuya existencia se tiene poco conocimiento y que muchos cambian de camiseta con gran facilidad. Hace evidente, además, que el tema es tan complejo que adherirse a lo que dice el manual de los expertos quizás no sea lo más adecuado. Es que al querer solucionar el problema por solo uno de sus lados (la oferta) se corre el riesgo de no atender aquello en lo que se basa la democracia: el elector (la demanda). Pero el manual dice una cosa: el voto preferencial es “malo”; para el caso de las regiones, podría empujar a tener solamente un voto referencial: que solo da atisbos de lo que quieren los electores.

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