RAÚL MAYO FILIO
VANESSA ROMO ESPINOZA
Enero fue un mes de silencio en el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem). En noviembre, se registró el último enfrentamiento entre Sendero Luminoso y las Fuerzas Armadas en la base ayacuchana Unión Mantaro y murió el soldado achuar Chumpiu Sauki Entsakua. En diciembre, se destruyeron 20 pistas de aterrizaje dedicadas al narcotráfico en Junín. Pero en enero, silencio.
Eso se rompió el lunes 17 de febrero. Un grupo de 30 hombres armados atacó la base militar de Kepashiato, en el campamento de la Transportadora de Gas del Perú (TGP), en el Cusco.
Al día siguiente, un ataque contra la base Unión Mantaro, donde había muerto Chumpiu Sauki hacía dos meses, alarmó a Canayre. El pueblo vive entre el puesto militar y el monte, desde donde venían los disparos. Una hora después era atacada la base de Ccano, ubicada a tres horas de viaje por tierra desde la ciudad de Ayacucho. Dos nuevos hostigamientos el pasado fin de semana completaron un mensaje aún por descifrar. ¿Son reacciones desesperadas o el inicio de una venganza?
“SON CADA VEZ MENOS”
En Pichari, Cusco, se encuentra la mayor fuerza ofensiva del Estado: es el Comando Especial Vraem, compuesto por militares y policías. El general del Ejército Leonardo Longa López es el jefe de este comando desde hace un mes y para él no existe una recomposición de Sendero Luminoso en esa zona.
“Se han debilitado”, dice Longa. Hace seis meses, una operación de ese comando abatió a Alejandro Borda Casafranca ‘Alipio’ y Martín Quispe Palomino ‘Gabriel’, dos altos mandos del grupo terrorista. Para Longa, el que no haya una respuesta fuerte de Sendero significa que están afectados.
¿Entonces, a qué responden los cinco hostigamientos en una semana? El militar cree que es una reacción desesperada porque se ha detenido el transporte de droga. “Ya no hay pase de insumos y los residuos terroristas se han replegado. Son cada vez menos porque están abandonando las filas”, dice.
Sin embargo, hace veinte días varias tropas han recorrido el Vraem para evaluar la situación terrorista. En esta operación han encontrado armamento y documentos panfletarios en zonas que se denominan reservas, sitios donde se guardan provisiones para armar ataques.
“SE HAN REORGANIZADO”
La situación no es tan simple para Rubén Vargas y Pedro Yaranga, dos analistas en temas de terrorismo y narcotráfico. En época de lluvias, sobre todo entre enero y marzo, Sendero suele replegarse a zonas como Vizcatán, en Ayacucho, o Tayacaja, en Huancavelica. Los analistas creen que las acciones realizadas en febrero son una respuesta a la muerte de ‘Alipio’ y ‘Gabriel’ y el comienzo de una ofensiva mayor.
“Víctor Quispe Palomino ‘José’ es la cabeza senderista en el Vraem y ha recompuesto rápidamente a sus mandos. Se sabe que existe una orden para no usar comunicaciones telefónicas y evitar el rastreo, evitan cometer los errores que pudieron hacer caer a los otros dos mandos”, dice Vargas.
Según Yaranga, el armamento hallado indica una nueva ofensiva. “Los ataques en Ayacucho y Cusco son para distraer a las fuerzas en esos puntos. Por la ubicación de los armamentos hallados, el nuevo foco de ataque puede ser Apurímac”, comenta. Para él, la falta de respuesta fuerte de Sendero es una señal de alerta.
ACCIONES MILITARES
Decomiso de armamento
Un informe de la Dirección Ejecutiva contra el Terrorismo de la policía da cuenta de que las denominadas reservas donde se encontró armamento senderista están en la provincia de Chincheros, Apurímac, y en la provincia de Huanta, Ayacucho. Las operaciones fueron del 20 al 23 de febrero de este año.
Otro informe de los agentes de inteligencia de la policía asentados en Ayacucho señala que, tras la caída de ‘Alipio’ y ‘Gabriel’ en agosto del 2013, los terroristas decidieron cambiar los códigos de sus radios para no ser detectados por las fuerzas militares y la policía.