El domingo 6 se cumplirán seis meses del primer caso de COVID-19 en el Perú. La ocasión es propicia para evaluar la política en este plazo. Por lo pronto, el aún popular mandatario Martín Vizcarra (60% de aprobación, según Ipsos) parece encaminarse a la vieja normalidad, al reeditar la cifra que tenía en noviembre del 2019, cuando había pasado el frenesí originado por la disolución del Congreso.
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En tanto, la evaluación sobre la gestión de la pandemia muestra un ánimo crítico (31% considera que la gestión es mala o muy mala, según IEP) muy distinto al de abril (10%). Como si fuera poco, algunos sectores han sido una especie de silla voladora y han albergado hasta a tres ocupantes. El caso más notorio es sin duda la PCM, con tres ocupantes en el plazo observado. En puestos claves, hay una rotación marcada, que dificulta la gestión (Jonathan Castro, El Comercio, 30/8/20).
En el frente parlamentario, persiste el riesgo no solo de la aprobación de legislación problemática, sino también de la activación de conflictos competenciales que terminarán en el TC. El Congreso, se sabe, ha instalado la comisión para elegir a los miembros del TC que deben ser reemplazados, a la que vale la pena no perder de vista.
Además, empiezan a evidenciarse signos de fisura que actualizan la descripción de 17 grupos en las nueve bancadas (Martín Hidalgo, El Comercio, 9/8/20). Por ejemplo, el pedido de expulsión del congresista Jim Mamani (UPP, Ayacucho), por parte del vocero José Vega, podría terminar en una ruptura mayor si se unen a él otros integrantes de la bancada que han manifestado su incomodidad.
Otras bancadas como Somos Perú o APP deben enfrentar complicaciones por el bagaje que traen algunos de sus integrantes, en concreto Guillermo Aliaga y Humberto Acuña, respectivamente. Aliaga es relacionado con el Caso Los Cuellos Blancos. Por su parte, Acuña –presidente de la fundamental Comisión de Presupuesto– debe enfrentar una condena judicial en su contra, según informó el PJ el martes 1 de setiembre.
Este Congreso, que se mueve entre el ímpetu y la irresponsabilidad, deberá revisar en breve el presupuesto del año 2021.
En medio de ello, las preferencias electorales presidenciales se mueven poco, a pesar de la deserción anunciada por Salvador del Solar a finales de julio, que hasta julio concentraba 14% de intención de voto. No se tiene la menor idea de lo que traerá la oferta electoral parlamentaria.
Los comicios del 2021 serán los primeros en ser acompañados de una severa crisis económica desde 1990. No se tiene la menor idea de la mirada económica que tienen los dos principales candidatos (George Forsyth, 25%; y Daniel Urresti, 10%), aunque la bancada del segundo es promotora de los principales estropicios de este Congreso.
Así, los actores políticos empiezan a bosquejar un panorama crecientemente problemático, que marcará la inminente temporada electoral. Para tomar prestado un término de la campaña comunicacional del Gobierno, son cómplices para sembrar la incertidumbre.