En memoria de los excluidos: Guzmán y Acuña [CRÓNICA]
En memoria de los excluidos: Guzmán y Acuña [CRÓNICA]
Fernando Vivas

Sus polémicos procesos de exclusión quedarán como objeto de estudio en facultades de Derecho y Ciencias Políticas. Pero la salida de ambos, y , fue definitiva. Así lo asumió su electorado, que volvió a barajar su menú de simpatías y de ‘antis’, y optó por nuevos candidatos.

César Acuña fue la primera gran sorpresa de la campaña. Cuando se creía que Keiko Fujimori, PPK y los ex presidentes García y Toledo serían el cuarteto estable en el top del ránking, apareció Acuña con aureola de ‘outsider’. En rigor no lo era, pues fue congresista, candidato a vicepresidente con su propio partido Alianza para el Progreso, alcalde de Trujillo y gobernador de La Libertad. Pero, por estar en los últimos tiempos más asociado a su consorcio universitario que a la política, fue visto como una novedad.

A inicios de diciembre César Acuña ya se había acercado a los dos dígitos de intención de voto. Estuvo en CADE electoral, leyendo, nervioso, un discurso donde dijo a los empresarios: “Yo soy uno de ustedes”. Lo era de tan ostentosa manera que dio dolor de cabeza a sus rivales y al JNE: la Universidad César Vallejo era el motor de su márketing político, en especial a través del spot que hablaba de la ‘raza distinta’.

La polémica sobre lo subliminal e indebido en la publicidad política quedó en segundo lugar cuando tuvo que afrontar, en enero, contundentes denuncias sobre el plagio de su tesis doctoral para la Universidad Complutense de Madrid. Luego, El Comercio difundió otra denuncia sobre la apropiación, como forzado coautor, de un libro del educador Otoniel Alvarado.

Su intención de voto ya se había desplomado (3,6% a inicios de marzo, según GFK) a menos de la mitad de sus mejores momentos, cuando se le excluyó el 8 de marzo por regalar dinero en la campaña. El severísimo art. 42 de la Ley de Partidos Políticos se cebó en él, tras difundirse un video en el que donaba dinero para los comerciantes de un mercado. Pero en realidad fue un salvavidas. Su entorno ya había sido diezmado por renuncias. César Acuña asimiló el fallo y se dedicó a ayudar a su lista congresal a saltar la valla.

El mismo día en que se excluyó a Acuña, se decretó la muerte electoral de Julio Guzmán por no haber subsanado las faltas en la inscripción de su candidatura. Pero este no se quedó tranquilo. Planteó recursos extraordinarios, hizo vigilias, alentó marchas de protesta y finalmente hizo lobby en Washington con un insólito resultado: el secretario general de la OEA, Luis Almagro, calificó nuestras elecciones de ‘semidemocráticas’.

La protesta de Julio Guzmán era explicable si se tiene en cuenta que había conquistado a casi un quinto del electorado y apuntaba a la segunda vuelta. Una legión de jóvenes empezó a participar en política entusiasmados por su escalada electoral en el centro de todas las opciones. Ganó una importante adhesión de votantes rurales a pesar de no haber hecho giras intensivas. Sin embargo, la reacción visceral a su exclusión, hablando de fraude y reclamando la suspensión de las elecciones, complica la posibilidad de que sea un decisivo referente en la segunda vuelta.

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