El Congreso, seducido por el antiextractivista Marco Arana, aprobó, ¡y el gobierno promulgó sin observar!, una ley que podrá prohibir la inversión minera en las llamadas “cabeceras de cuenca”, un concepto mágico religioso. (Foto: Congreso de la República)
El Congreso, seducido por el antiextractivista Marco Arana, aprobó, ¡y el gobierno promulgó sin observar!, una ley que podrá prohibir la inversión minera en las llamadas “cabeceras de cuenca”, un concepto mágico religioso. (Foto: Congreso de la República)
Jaime de Althaus

Hemos visto una bonita reunión entre la primera ministra, , y el presidente del Congreso, Luis Galarreta. Y declaraciones muy positivas de voceros de (FP). ¿Durará esta inesperada luna de miel? Que ella sea parlamentaria, amiga de Galarreta y que la cuestión de confianza denegada prevenga censuras, sin duda ayudan, pero tampoco se trata de pasar de la pelea al idilio, sino a una relación seria, comprometida con el país, que incluya control político pero también acuerdos fundamentales. ¿Qué importa que un ministro sea interpelado –si merece serlo–, si al mismo tiempo se está trabajando en las reformas de fondo que el país requiere? Pero, que sepamos, en la cálida reunión no se habló de esto último.

Porque lo que vemos es que las reformas son kriptonita para los políticos y para el propio gobierno. Hasta ahora la pelea, el agravio, la interpelación y la censura han sido la gran coartada para no abordar lo fundamental. Evasión pura. Pero si ahora la censura es más peligrosa, el segundo debut podría durar.

El problema es que no solo las reformas son kriptonita, sino que las antirreformas, las leyes que matan la inversión y el crecimiento, son el santo grial, el imán irresistible, para todos, gobierno incluido. El Congreso, seducido por el antiextractivista Marco Arana, aprobó, ¡y el gobierno promulgó sin observar!, una ley que podrá prohibir la inversión minera en las llamadas “cabeceras de cuenca”, un concepto mágico religioso. Como casi toda la minería se desarrolla en zonas que podrían ser definidas de esa manera, adiós proyectos mineros. Todos se paralizaron ya.

En ninguna parte de los planes de gobierno de Fuerza Popular y de PPK se establece la posibilidad de prohibir la minería en las “cabeceras de cuenca”. Esa ha sido la estrategia de siempre de la izquierda marxista, por convicción ideológica y para agudizar las contradicciones. Creen en lo que destruye la acumulación económica: eso les sirve para llegar al poder, y una vez en él, para empobrecer al país.

Pero que FP y el Ejecutivo se sumen alegremente, habla ya de extrema debilidad político-mental. Quizá FP sintió que una ley como esa le daba contenido a su oposición: la supuesta defensa del agua (cuando la minería moderna genera agua). Solo que ya no era una oposición al gobierno, sino al desarrollo del país. Una oposición holística, total, absoluta.

¿De qué servirá la luna de miel si es para esto? Se asustan cuando ideólogos de izquierda escriben que la reforma laboral favorece al sector empresarial en perjuicio de los trabajadores, ¡cuando es al revés! Las leyes laborales actuales solo pueden ser absorbidas por la gran empresa: la microempresa y la pequeña empresa tienen que huir a la informalidad y la mediana empresa no existe porque no podría dejar de ser formal y con esas leyes no puede. Una reforma laboral favorecería millones de contrataciones formales con derechos.

Es la izquierda la que está gobernando.

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