¿Quién puso el piloto automático?, por Enrique Pasquel
¿Quién puso el piloto automático?, por Enrique Pasquel
Enrique Pasquel

Esta semana el presidente arremetió –como para no perder la costumbre- contra Alan García, señalando gratuitamente que durante la actual administración “jamás hemos estado con piloto automático, […] piloto automático hubiera sido si hubiéramos tenido vientos a favor como se tuvo en el quinquenio anterior […] y no haber empezado un plan nacional de diversificación productiva. [En el gobierno pasado] hubo piloto automático, pusieron la vela y dejaron que sople el viento ”.

Vale la pena anotar lo poco oportuno que resulta que el Presidente juegue al francotirador con el Apra justo unos días después de que el Primer Ministro Cateriano lograse un conciliador acercamiento con García. Acercamiento, dicho sea de paso, tan notable como lograr que coman del mismo plato el pericote y el gato, y de capital importancia para lograr el tan anhelado voto de confianza del Congreso para el nuevo gabinete. Como es usanza de este gobierno, al parecer, lo que hace la mano de la PCM, lo deshace la de Palacio.

Pero, más allá de la tradicional incapacidad de cálculo político de nuestro Presidente, hay una pregunta interesante que su disquisición puso sobre la mesa: ¿en qué gobierno se puso el piloto automático?

Lo cierto es que, al menos desde el final del fujimorato, en el país prácticamente no se han llevado a cabo reformas estructurales e importantes que permitan que los agentes económicos usen de forma más eficiente y libre sus recursos (con la excepción de los tratados de libre comercio). Un indicador de esto es el puntaje que ha venido obteniendo el Perú en el índice que desde hace décadas publica la Fundación Heritage y el Wall Street Journal y que mide varios factores de la libertad económica: libertad para hacer negocios, para comerciar con el extranjero, presión fiscal, gasto público, libertad monetaria, respeto de inversiones, libertad financiera, derechos de propiedad, corrupción y flexibilidad laboral.

Y no sobra señalar que los países de mayor libertad económica coinciden con los de mayores ingresos, menor pobreza, mayor esperanza de vida y democracias más estables.

El índice tiene información desde 1995, año en el que nuestro país obtenía una puntuación agregada de 56.7 sobre 100 (siendo la puntuación más alta la de mayor libertad económica), la cual coincidía con el triste promedio mundial y se ubicaba dentro de la categoría de países moderadamente libres (existiendo dos categorías más por debajo y dos más por encima). Nuestro puntaje histórico más alto se alcanzó en la medición realizada en el 2001, cuando llegamos a 69.6 puntos. 

Para fines del gobierno de Toledo nuestro puntaje había subido en algunas subcategorías y bajado en otras, pero en promedio la libertad económica en el Perú había retrocedido a 60.5. Para fines del gobierno de García nuevamente habíamos aumentado nuestra libertad económica agregada, alcanzando 68.7 puntos, pero aún por debajo de la situación en la que nos encontramos a fines del gobierno de Fujimori. En la medición del 2015, finalmente, retrocedimos un paso, logrando 67.7 puntos. Nunca, vale la pena destacarlo, hemos escapado de la categoría de países moderadamente libres.

Es cómica, entonces, la situación de este gobierno discutiendo con quienes lideraron el anterior sobre quién puso piloto automático. Y es que la verdad parece ser que, durante el vuelo de los últimos casi 15 años, tanto los capitanes Toledo, García y Humala se la pasaron sentados inútilmente en la cabina de pasajeros.

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