“Está tranquilo en Santiago” frase que hundió a Orellana
“Está tranquilo en Santiago” frase que hundió a Orellana
Redacción EC

La corta frase: “Él está tranquilo en Santiago”, dicha por uno de sus cómplices en una conversación telefónica interceptada por la policía del Perú, fue la que originó la captura en Cali de .

“Esas solas palabras nos indicaron que nuestras sospechas eran ciertas. Se referían sin duda a Santiago de Cali, y en ese momento se montó la operación de allanamiento que se realizó finalmente el jueves”, cuenta a El Comercio el teniente de la Dirección de Investigación Criminal e Interpol que lideró el comando élite que capturó a Orellana y que por razones de seguridad pidió mantener su nombre en reserva.

“Hacía más o menos un mes llegaron a Bogotá dos personas de la policía del Perú. Por sus investigaciones, tenían conocimiento de que el personaje [Orellana] se encontraba en Colombia [...] Por conocimiento investigativo sabemos que una persona en otro país siempre busca refugio con alguien que ha sido o es de su entorno. Es así que buscando llegamos a detectar que tenía una ex cuñada [Alvia Ramos] que vivía en Cali, con su esposo colombiano. Ubicamos la residencia y empezamos el trabajo de infiltrar gente. Los compañeros se hicieron pasar por jardineros, por obreros que tapaban huecos en las calles, interceptamos las cámaras que tiene el conjunto residencial y vigilábamos las 24 horas, ¡pero sin resultado! El personaje no realizaba movimientos fuera de la casa”, añade.

Paulina, la empleada de servicio de una casa vecina a la de Ramos, conversó con El Comercio mientras paseaba dos pequeños perros. Ella confirmó lo bien escondido que estaba Orellana: “A nosotros nos sorprendió la llegada de la policía. Nunca vimos a ese señor que sacaron en la televisión. Ahí solo entraban y salían el señor, la señora y sus dos hijos”.

INTERCEPTACIÓN Y SEGUIMIENTO

El teniente cuenta que una semana después de iniciado, el espionaje brindó sus frutos: “Fue un instante en que se abrió la puerta. Fueron segundos, pero pudimos apreciar la espalda de un hombre de cabello canoso y delgado que en ningún momento habíamos visto entrar”. Era un avance, aunque les quedó la duda: ¿No era que al prófugo le decían ‘El Gordo’ y tenía el cabello negro? Pero el pasado lunes llegaría el golpe de suerte. Los investigadores peruanos interceptaron la llamada, se lo comunicaron a sus pares colombianos y estos procedieron.

“Esa noche no dormimos”, revela el teniente. “Al amanecer fuimos a la casa, y aunque sabíamos que él no tenía el perfil del delincuente que al verse acorralado se mata o se hace matar, fuimos armados y preparados para cualquier eventualidad. No hubo necesidad de tirar la puerta porque abrió fácil y allanamos el lugar”. Había caído el peruano más buscado de los últimos tiempos.