El Congreso no puede ser cómplice, por Federico Salazar
El Congreso no puede ser cómplice, por Federico Salazar
Federico Salazar

El gobierno se equivoca. Ha regresado a la visión confrontacional. Confunde firmeza con terquedad. La terquedad es muy buena cuando se trata de principios. Cuando se habla de propuestas políticas, no es una virtud.

El presidente del Consejo de Ministros, , sostiene que el Congreso ha cerrado las puertas al gobierno. Dice que el gobierno es víctima de boicot. La razón de la oposición para no acudir al Congreso es la negativa de la mayoría a desaforar a un congresista que ha sido sentenciado por la Corte Suprema.

Dice el ministro Pedro Cateriano que un mero asunto parlamentario no debe detener la voluntad de hacer importantes reformas en la conducción gubernamental. Desaforar del Congreso a un tramposo y mentiroso no es un mero asunto parlamentario. Es esencial a la democracia el respeto a la separación de poderes. Es lo más importante de todo. Si el Poder Judicial condena a un congresista, ni el Poder Legislativo ni el Poder Ejecutivo deben interferir.

Más aun, el Congreso no puede avalar la inmoralidad y la mentira. El congresista Yovera mintió en su hoja de vida y el Poder Judicial resolvió que era culpable de infringir la ley.

La presidenta del Congreso, Ana María Solórzano, al no hacer de cumplimiento inmediato la resolución judicial, se pone del lado del sentenciado. Hace que el Poder Legislativo funja de tinterillo defensor de un condenado.

El Ejecutivo no puede desconocer la naturaleza del desencuentro parlamentario. La naturaleza del problema es moral y judicial. Y también política.

La oposición tiene derecho a asistir o no al Congreso. Lo que ha debido hacer el Ejecutivo es negociar con la oposición el quórum. Negociar en función del Estado de derecho y la justicia.

Las medidas gubernamentales no deben estar por encima de estos principios fundamentales. El gobierno quiere decir: “No nos dejan gobernar”. Lamentablemente, el problema mayor es: “El Congreso evade la justicia”.

La oposición tiene su juego. Quiere hacerle problemas al gobierno. Ese juego es, por supuesto, el que hacen todas las oposiciones en el mundo entero. El gobierno debe ver, simplemente, si detrás del juego opositor hay o no razones. ¿No puede estar de acuerdo con la oposición en el tema “saquemos del Congreso a los sentenciados”?

El Ejecutivo no se puede hacer el ciego. Debería ser audaz y llevar al entendimiento a la mayoría y a la minoría.

Un voto para las facultades delegadas cuenta. Pero un voto que se salta una resolución de la Suprema no es un voto viciado, sino un voto vicioso.

Conseguir el quórum en el Congreso para votar las facultades delegadas es muy fácil. Solo hay que hacer respetar la separación de poderes. Solo hay que hacer respetar la decisión judicial.

La democracia no se ha visto afectada por el ausentismo parlamentario, como ha dicho el ministro Cateriano. Ha sido afectada por el incumplimiento de una decisión judicial.

Proteger a los mentirosos no debería ser tarea del Congreso. El Congreso no puede ser cómplice de los que se escabullen de la justicia.

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descarta que quiera cerrar el Congreso ► — Política El Comercio (@Politica_ECpe)