Martos hizo especiales esfuerzos por presentarse más conciliador y mostró una retórica más cercana a las demandas regionales del Parlamento. (Foto: Presidencia)
Martos hizo especiales esfuerzos por presentarse más conciliador y mostró una retórica más cercana a las demandas regionales del Parlamento. (Foto: Presidencia)
José Carlos Requena

Fue muy sorpresiva la diferencia que marcó la presentación del primer ministro . Sin que mediara un cambio dramático en la composición del Gabinete (solo en Trabajo o Energía y Minas ha habido variaciones que pueden anunciar un cambio de énfasis) o algún esfuerzo particular del Ejecutivo por un acercamiento mayor al Parlamento, Martos obtuvo 78 votos más que, su breve predecesor. Entre una y otra votación, habían pasado escasos siete días.

Martos hizo especiales esfuerzos por presentarse más conciliador y mostró una retórica más cercana a las demandas regionales del Parlamento, menos numerosas en la presentación de Cateriano. Pero parece más importante la aparente toma de conciencia por parte de los líderes del Congreso sobre el riesgo de ser percibidos como obstruccionistas.

Aun antes de que Martos se hubiera presentado, se sabía ya de la disposición de las principales bancadas, como APP o AP, de otorgar el voto de confianza. Más sorpresivo fue el voto a favor de la bancada de Frepap –honrando las posiciones en bloque que la caracterizan– o de Fuerza Popular en su conjunto (que despejó las disidencias de la votación referida a Pedro Cateriano: Carlos Mesía y Martha Chávez).

El alto voto de Martos no garantiza que un clima de paz se haya instalado. De hecho, hoy tendrá lugar la interpelación al ministro de Educación, , que seguramente mostrará algunos flancos que el Ejecutivo mantiene. Debe recordarse que en el último año el Parlamento tiene ventaja y seguramente ejercerá sus funciones de control político con entusiasmo y rigor. Al final de cuentas, poder que no se usa se desprestigia. Ojalá los intereses subalternos no tiñan esta potestad constitucional que tiene el Congreso.

Más importante, y contra lo que parecía ser la intención del Ejecutivo (recién ayer el presidente Martín Vizcarra retomó el interés por el tema), la terca realidad parece haber convencido a los líderes políticos –a uno y otro lado del equilibrio de poderes– de que la pandemia sigue siendo el tema prioritario. Tanto en el frente sanitario como en el de la reactivación económica permanece como la principal preocupación.

En tal sentido, la presentación de Martos mostró diversas acciones que se han dado o se darán, sin que se halle un eje conductor que anuncie algún cambio en la estrategia que se ha tenido hasta ahora. A cinco meses de haberse iniciado el estado de emergencia, pareciera que se persiste en aquello que no muestra resultados. Los anuncios de ayer son parte de ese marasmo.

Es ahí, precisamente, donde radica la debilidad de la fortaleza de Martos. El alto voto obtenido por el primer ministro opaca la carencia de una estrategia clara para enfrentar el COVID-19. Desde el inicio de la pandemia, Martos –como ministro de Defensa– ha sido un actor fundamental de los esfuerzos del Gobierno por contenerla, sin que muestre un aporte relevante. ¿Su alocución en el Parlamento anuncia que como jefe del Gabinete su contribución será significativa? El Congreso parece creerlo. Una cuestión de fe.

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