La noche del domingo último, el presidente del Consejo de Ministros, Walter Martos, descartó le estrategia del cerco epidemiológico. Contra lo que sugieren muchos especialistas, Martos le dijo a Enrique Castillo: “La estrategia del cerco epidemiológico y del aislamiento se utiliza al inicio de una pandemia, cuando se tiene muy pocos infectados” (“Agenda política”, 16/8/2020).
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¿Es Martos un colaborador reciente del Ejecutivo, como para hablar con distancia del “inicio de la pandemia”? Debe recordarse que Martos –un general del Ejército en situación de retiro– cumplía funciones en la actual administración desde el inicio de la pandemia. De hecho, juró en el cargo de ministro de Defensa el 3 de octubre del año pasado, en la incierta coyuntura que siguió a la disolución del Congreso por parte del presidente Martín Vizcarra.
Habiendo estado en el cargo cuando empezó el estado de emergencia, el 16 de marzo pasado, Martos dirigió un sector clave en administrar el monopolio de la represión que tiene todo Estado moderno. ¿Por qué mientras se sacrificaron las libertades básicas no se recurrió a una solución como la que Martos hoy ve imposible?
¿O sí se intentó algo? De hecho, mientras Martos estuvo al frente del sector Defensa el Ejecutivo lanzó una iniciativa multisectorial denominada Te Cuido Perú, liderada por el Ministerio de Defensa, “que tiene por objeto brindar vigilancia y asistencia a las personas afectadas con el COVID-19 a que se refiere el párrafo anterior y a las personas que habitan con ellas en sus domicilios durante la fase de aislamiento social obligatorio” (D.S. 068-2020-PCM).
Para ello, se habilitaría “una plataforma digital encargada de la geolocalización de las personas y su entorno directo, así como los demás instrumentos o estructuras funcionales que le permitan el seguimiento clínico, vigilancia, monitoreo, entre otras medidas que coadyuven al cumplimiento del objeto de dicho grupo de trabajo”.
Se sabe poco de la iniciativa y de la plataforma y de su mudo desenlace, pero es evidente que procuraba algún nivel de cerco. ¿Qué resultados tuvo el esfuerzo? ¿Sigue en ejecución? ¿Qué recursos, materiales y humanos, se destinaron para que tuviera algún resultado? Como ministro de Defensa, ¿mostraba Martos los reparos que presenta como primer ministro?
Lo poco que se ve es la rigidez ante la crítica y la sordera ante las recomendaciones. Con Martos al frente de la PCM, el Ejecutivo parece haber vuelto a la vieja normalidad, aquella en que primaban los elogios sin sustento a la crítica leal que procura mejorar la gestión de la pandemia.
La respuesta de Martos ante la sugerencia de medidas distintas a las que, con terquedad, promueve el Ejecutivo recuerda a un viejo programa televisivo mexicano de la segunda mitad de los ochenta llamado “¿Qué nos pasa?”. En concreto, a Ciriaco, el insensible personaje que encarnaba Héctor Suárez, quien como respuesta recurrente ante las quejas de sus eventuales y sufridos clientes utilizaba dos palabras: “No hay”.