Durante las dos primeras décadas del siglo, con excepción de los cuatro últimos años, la política parlamentaria estuvo marcada por un relativo consenso en términos programáticos. La fórmula fue la siguiente: continuidad del modelo económico con reformas limitadas en lo social. Sin embargo, el debate entre candidatos al Parlamento parece confirmar el quiebre parcial de este consenso. Parcial, pues de las organizaciones con posibilidades reales de lograr representación, solo el Frente Amplio propone hacer cambios al modelo económico. Uno de sus pilares se mantiene en pie.
Donde se ha originado el disenso es en los aspectos sociales, especialmente aquellos vinculados a los derechos de la mujer y minorías de diversa índole. En el Congreso pasado, Fuerza Popular lideró la oposición al enfoque de género, mientras un sector liberal fue formado por representantes de diferentes bancadas, con figuras notorias en Nuevo Perú y la Bancada Liberal. Es de esperar que en el nuevo Congreso Fuerza Popular siga representando de manera consistente el bloque conservador y, nuevo en el barrio, el Partido Morado asuma el papel promotor en el lado reformista.
De confirmarse estos roles centrales, la dirección que asumirá el Congreso en materia social dependerá en buena medida de los candidatos individuales de partidos como Acción Popular o Alianza para el Progreso, con posiciones menos claras en la materia. Hay que considerar que las listas para esta elección congresal –por la propia debilidad de los partidos y la prontitud de los plazos– han sido formadas en alguna forma como el juego de las sillas: candidatos buscando donde ser acogidos antes de estar fuera de tiempo. Sus posiciones programáticas, de tenerlas, pueden ser más personales que partidarias. Hay, entonces, espacio para la sorpresa.