(Foto: USI)
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Eduardo  Dargent

¿La alianza de con Vladimir Cerrón y Perú Libertario es un error que le resta electoralmente al primero? ¿Es una decisión oportunista? A diferencia de algunos análisis leídos en redes sociales y prensa, no me parecen preguntas fáciles. Hechas sumas y restas, creo que sí es un error electoral pero no oportunismo.

Aclaro que hago una evaluación fría del pacto. Para mí las posiciones de Cerrón y su partido son impresentables, de lo peor de la política. Sin embargo, no soy el votante que esa izquierda busca, por lo que creo más importante evaluar cómo se recibirá el tema entre su electorado. Intento un ejercicio más político y menos principista para entender qué motiva la alianza y si conviene o no.

Comencemos por el oportunismo. No creo que sea una alianza antinatura motivada solo por la inscripción. Sí, premura por la inscripción hay. Pero dar un paso que aparta a buenos aliados y amenaza con alejar a otros no parece oportunismo. Sería más bien una apuesta de un sector de Nuevo Perú por el tipo de izquierda que creen deber ser. En teoría, más popular, menos limeña y más crítica de una “falsa” democracia. Más que valores a defender, para ellos el pluralismo o la separación de poderes son engaños del sistema para relativizar ciertas banderas.

Para otras izquierdas estos valores, aunque vengan con hueso, sí tienen contenidos que vale la pena defender. Valores que evitarían otros males. En esa apreciación diferente de la democracia liberal creo que hay una separación difícil de reconciliar entre ambos grupos.

Entonces, más que oportunismo veo coincidencias y beneficio mutuo: la candidata con arrastre por un lado y la inscripción por el otro. Sin duda hay discrepancias fuertes en temas como derechos sexuales. De hecho, pocos grupos han peleado por ellos como Nuevo Perú. Pero en esta evaluación general son temas que pueden dejarse como diferencias, mientras se coincide en otros puntos.

¿Conviene el pacto a Nuevo Perú? Hay argumentos para responder que sí. Una apuesta por esta izquierda convoca a ese votante del 2006, 2011 y 2016 que sigue esas banderas más duras especialmente en el sur. Desde esa evaluación, el costo de ponerse muy progre en ciertos temas pone en riesgo ese bolsón electoral. Ya en el 2016 Santos robó los votos que hubiesen llevado a la segunda vuelta a Mendoza.

Creo, sin embargo, que aquí hay un error de cálculo. Mendoza ya tiene ganada una posición como candidata que dudo que Cerrón u otro candidato similar pueda desplazar del todo. Le pueden robar votos, como sucedió con Santos, pero tiene una posición fuerte. Además, hay que tener un pensamiento muy cerrado para creer que lideresas con capital político como Glave, Huilca o Pariona los “modera” o los hace parecer liberales. Se podían mantener bien parados en la izquierda sin invitar a Cerrón.

Más bien creo que Mendoza ganaba electoralmente manteniendo su compromiso con agendas nuevas en crecimiento entre los jóvenes. Seguro perderá, además, técnicos y aliados que podían aproximarla al votante centrista. Y, para concluir, sí creo que es kriptonita en el contexto actual asociarse a alguien condenado por corrupción. Difícil justificarlo. Por ello, aunque no haya oportunismo, creo que se ha quemado capital político.

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