Póker de ases en medio del charco, por Juan Paredes Castro
Póker de ases en medio del charco, por Juan Paredes Castro
Redacción EC

Un nuevo encuentro traumático con la corrupción vuelve a poner al Perú al filo del abismo político, económico y social, como en tantos momentos de su historia, incluido el 2000, de cuya dolorosa lección no hemos aprendimos nada.

Dos ex presidentes han pasado dramáticamente del olor a multitud con que llegaron al poder al olor a delincuencia criminal con que tendrán que comparecer ante la justicia por los millonarios depósitos hechos en sus cuentas personales o entregados al contado, en bolsos, en el caso de Nadine Heredia, a nombre de su esposo, .

y Humala tiñen así de negro petróleo el incierto panorama político del país, al que alguna vez colmaron de encandiladas esperanzas, arrastrándose, eufóricos, detrás del último siempre ingenuo y a veces estúpido voto popular.

No hay grandes cambios que puedan darse rápidamente ni reformas que vayan a ganar consenso de la noche a la mañana. La estructura de impunidad es más grande y más consistente que la estructura anticorrupción. Nuestra sociedad no solo no es democrática, es también amoral. Las reservas fiscales, judiciales y de control que le quedan al país son agujas en el pajar. Es solo cuestión de buscarlas y encontrarlas.

Fiscalía, contraloría, procuraduría y Poder Judicial, saben, en la hora que vivimos, que ya no pueden seguir siendo las cenicientas del sistema político, no importa el tamaño de las “dignidades” que vayan a pisar, no importa las presiones políticas y económicas que tengan que resistir y vencer, vengan de otros ex presidentes o del actual, Pedro Pablo Kuczynski, si no alcanzara a deslindar como se debe de Toledo.

En efecto, estos son los cuatro ases del póker de suerte que le toca jugar al país en este momento incierto. Brasil tuvo que escoger entre su sistema judicial y su sistema político para terminar eligiendo el primero, como si se tratara de una dolorosa e inevitable amputación física. Irónicamente, de ahí, de Brasil, cuna de Odebrecht, viene todo lo que estamos descubriendo en estos días respecto de cómo se manejaron los grandes contratos del Estado Peruano a cambio de sobornos pagados inclusive antes de que los firmantes arribaran al poder; es decir, en sus campañas electorales para que el delito a futuro se disfrazara mejor.

No hay otra oportunidad moralmente traumática y políticamente histórica para que Pablo Sánchez haga de su Ministerio Público un real y efectivo poder del Estado; para que Edgar Alarcón haga lo mismo de la contraloría; para que quien llegue a la gran procuraduría no se autodisuelva por quítame estas pajas; y para que Duberlí Rodríguez no tenga que pensar en la debilidad de su presupuesto cada vez que suena en su teléfono la llamada del primer ministro.

Necesitamos un póker de ases que en las manos de la sociedad constituya un factor de seguridad y confianza. Un póker de ases al que realmente, en medio del charco, se le tenga respeto y temor. ¡Vayamos, pues, a este juego duro pero limpio!

MÁS EN POLÍTICA:

Diez frases que marcaron el acontecer político esta semana ► — Política El Comercio (@Politica_ECpe)