Reconozcan que son cogobierno, la columna de Jaime de Althaus
Reconozcan que son cogobierno, la columna de Jaime de Althaus
Jaime de Althaus

La tesis de la cuestión de confianza partía del supuesto de que la bancada de no ha cambiado su esencia autoritaria y lo que quiere en realidad es ir creando las condiciones para declarar la vacancia presidencial. Luego de Saavedra irían cayendo otros ministros en las horcas caudinas de la censura, debilitando cada vez más al régimen.

Hasta la interpelación a Saavedra, sin embargo, no era eso lo que venía ocurriendo. No tanto por el hecho de que se aprobaran leyes y facultades solicitadas por el Ejecutivo, sino por el tipo de discusión constructiva y de buena fe que se venía produciendo en las comisiones principales, algo que parecía muy promisorio. Sin embargo, la arbitraria censura a un ministro que había tenido evidentes logros, deja abierta la pregunta acerca de cuál es la verdadera entraña y cuál va a ser la conducta futura de la mayoría fujimorista.

Personalmente no creo que Fuerza Popular esté desplegando una estrategia desestabilizadora para obtener la vacancia presidencial. ¿Vacancia para que suba Vizcarra, que es visto como un ‘caviar’ por esa bancada? No tiene sentido. La caída del gobierno de PPK, de otro lado, arrastraría también a Fuerza Popular por la sencilla razón de que al tener una aplastante mayoría en el Congreso, es corresponsable de lo que pasa y forma parte, por lo tanto, del gobierno del país. No del Ejecutivo, pero sí del Gobierno en sentido amplio.

Y eso es lo que tanto Pedro Pablo Kuczynski y Keiko Fujimori, y sus agrupaciones respectivas, no terminan de entender ni de aceptar: que conforman un cogobierno, cohabitan. Y este es el momento de dar ese paso. El diálogo que está proponiendo el presidente tiene que comenzar por una invitación directa a Keiko Fujimori a una reunión cumbre. Ella no podría negarse y sería, de paso, la ocasión en la que se pudiera ofrecer las expresiones necesarias que permitan restañar las heridas de la campaña, que es obvio que siguen abiertas y que son las que están, más que cualquier designio malévolo, detrás de lo que vemos ahora.

Sería de gran utilidad y tranquilidad para el país que ambas fuerzas acuerden un conjunto de objetivos, reformas y leyes que nos lleven al bicentenario convertidos en un país moderno y justo. Sin que la bancada mayoritaria renuncie al control político, a la fiscalización, a la crítica. Ni a la censura de ministros cuando se justifique. Pero basta cotejar ambos planes de gobierno para convertir las coincidencias en el acuerdo mencionado.

El nombre del propio sucesor de Saavedra podría ser conversado. La censura es una institución parlamentarista, y en un régimen de ese tipo la mayoría tendría que poner el nuevo ministro. Necesitamos uno que profundice las reformas, cambie el modelo pedagógico y corrija los prejuicios y controles contra la educación privada. Y que ayude a tender puentes con el Congreso.

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