Rafael López Aliaga recibió el apoyo de Hernando de Soto durante manifestación afuera del Jurado Nacional de Elecciones (Foto: César Bueno /GEC)
Rafael López Aliaga recibió el apoyo de Hernando de Soto durante manifestación afuera del Jurado Nacional de Elecciones (Foto: César Bueno /GEC)
Omar Awapara

O revelador, quizás. Lo cierto es que el viernes de la semana pasada, el candidato se acercó al Jurado Nacional de Elecciones, donde el también candidato había organizado un plantón en protesta por su temporal exclusión de la carrera electoral, para expresarle su solidaridad. Pero, sorpresivamente, un día después, De Soto publicó un tuit exhortando al mismo candidato que apoyó el día anterior a retirarse de las elecciones. De una potencial alianza o endose, pasamos a una declaratoria de guerra en menos de 24 horas.

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No es fácil interpretar el giro de 180 grados de De Soto, pero una posibilidad es que haya decidido apostar por llenar un nicho que un vocero de La Resistencia, colectivo de derecha conservadora presente en el frontis del JNE, identificó el propio viernes al asignar 70% del apoyo de su agrupación a López Aliaga, 25% a Keiko Fujimori, y 5% a De Soto. No es una muestra significativa en términos estadísticos, claro está, pero puede haber animado al candidato de Avanza País a enrumbar por otro sendero.

Se ha hablado mucho de la disputa entre De Soto, Fujimori y López Aliaga por un mismo tipo de votante, pero eventos de los últimos días sugieren que la apuesta de los últimos dos va por un bolsón mucho más conservador que no alcanza para todos.

En parte por el “plantón celeste” (reminiscente del manguerazo que elevó al entonces profesor de Arquitectura Fernando Belaunde a las primeras planas de los diarios de 1956 tras reclamar por ser inscrito ante el mismo JNE), tanto como por su sorpresivo aumento en el último sondeo de IEP (que dentro de todo, lo coloca empatado en cuarto lugar), el candidato de Renovación Popular estuvo en todos los canales de televisión abierta durante el fin de semana y brindó

El mismo fin de semana, un candidato fujimorista al Congreso se prestó a una campaña de desinformación en un canal de cable y el candidato de Renovación Popular buscó capitalizar la ocasión con un casual pedido de vacancia presidencial, con la misma soltura como la de quien ordena una pizza por delivery.

Si la estrategia de De Soto es la de distanciarse de ambos desde una orilla más liberal, tanto en lo político, en oposición a la “demodura” de Keiko Fujimori, como en lo social, en oposición al López Aliaga ultraconservador, podría ser una movida atractiva para un grupo de votantes que no encuentra representación en la parrilla disponible y que parece incluso decantarse hacia Verónika Mendoza por sus valores progresistas, pero con recelo por su programa económico. Un recelo que, dicho sea de paso, no parece haber despertado la declaración de López Aliaga afirmando que no reactivaría la operación de Tía María. No muy distante de Mendoza en ese sentido.

Como lo reafirma la última encuesta de Datum publicada ayer en “Perú 21”, la carrera sigue abierta, y hay un número muy alto de candidatos a los que un debate o un chicharrón los podría impulsar o retroceder en las preferencias en las últimas semanas. En una competencia marcada por un contexto crítico, la precariedad de las fuerzas en disputa y la incertidumbre de la ciudadanía, todo es posible.

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