Régimen laboral juvenil: familiares de detenidos protestaron
Régimen laboral juvenil: familiares de detenidos protestaron
Redacción EC

Sería extraordinario que la juventud se movilizara por conquistar derechos para las grandes mayorías informales, por simplificar y reducir el costo de la formalidad para que todos puedan ingresar a ella, por romper las barreras que mantienen al 74% de los peruanos sin derecho alguno. Sin embargo, las marchas que hemos visto no tienen esa finalidad sino, más bien, la de defender el sistema que hace posible esa gran exclusión.

Por supuesto, no es eso lo que perciben quienes se movilizan, sino un intento malvado de la gran empresa por recortar los derechos de los trabajadores. Pero no se repara en que quienes sí gozan de esos derechos absolutos trabajan casi exclusivamente en la gran empresa, porque ni la micro, pequeña ni la mayor parte de la mediana pueden solventarlos. Y por eso los derechos absolutos de unos no son sino la falta absoluta de derechos de la mayoría.

Dice Carlos Meléndez que lo que mueve a los jóvenes es una utopía, un sueño: el de los derechos laborales absolutos. Pero esa “utopía” es el statu quo de la ley general de trabajo, que es, a su vez, la realidad de un porcentaje reducido de trabajadores: los que trabajan en las empresas del gran capital principalmente. Entonces no se sabe en qué momento se está defendiendo una utopía o, más bien, un interés concreto –el de los relativamente pocos que gozan la “utopía”– y una ideología.

Pero qué clase de utopía es esa que incrementa los salarios mucho menos que los de quienes trabajan en el régimen flexible, menos utópico, de la agroexportación: entre el 2005 y el 2014 los ingresos de los trabajadores en planilla de la agricultura (no solo agroexportación) se han incrementado en 60%, mientras que los del sector electricidad en 27% y los de intermediación financiera en -14%: ¡han caído! (Mintra). A más flexibilidad y menos utopía, más rápido suben los salarios.

Podemos argumentar que la que, pese a todo, ofrece todos los derechos básicos (8 horas, salud, salario mínimo, etc.) es una utopía para la mayor parte de jóvenes, que no tienen nada, más aun cuando los “derechos” recortados (CTS, gratificaciones) no existen en casi ninguna parte del mundo. Pero una utopía algo recortada no puede competir con la utopía absoluta. 

Diríase que la vieja ideología marxista le ha vuelto a ganar al liberalismo la batalla de las ilusiones. Pero es engañoso porque quienes se movilizan son los organizados, es decir, los que tienen un interés –recubierto de ideología– que defender (Marx dixit). En efecto, la Coordinadora Juvenil por un Trabajo Digno está integrada por la CGTP, la Federación Textil, la CUT, la CTP (aprista), el Foro Juvenil de Izquierda, el Frente Amplio y centros federados.

Mientras tanto, la gran mayoría de jóvenes sin empleo o sin derechos permanece desorganizada porque no tiene nada que defender y carece de “conciencia de clase”. Sorprende que no haya aparecido el político o el líder capaz de aglutinar el interés difuso de esa mayoría hacia la demanda de un orden legal más justo e inclusivo.