MARIELLA BALBI
No quiere pensar en la interrupción del orden democrático, pero lo que vivimos le recuerda 1991, el año previo al autogolpe de Fujimori. La oposición no debe pisar el palito y actuar con enorme madurez.
¿Vivimos un constante crispamiento y una polarización extrema?
Sin duda, es una beligerancia muy inconveniente porque solo genera desconfianza. En el 2013 tuvimos una crisis de confianza. Pudimos haber crecido mucho más. Las inversiones han disminuido. La información de provincias indica que el consumo ha bajado el año pasado. Hay una retracción de la economía fruto de la desconfianza. Cuando se ve a un presidente beligerante y crispado, peleándose hasta con su sombra, se agudiza la desconfianza. Por lo demás, el Perú ha tenido escenarios que nuestra generación recuerda. Esta polarización preocupa. Me hace mirar el espejo del pasado, cuando a finales de 1991 e inicios de 1992, el presidente de la República [Fujimori] enfrentaba a los políticos tradicionales, al Parlamento –que tenía problemas menos graves que el actual–, a los poderes del Estado y terminó comprando a la prensa. Veo elementos de extrema combatividad del presidente Ollanta Humala que pueden terminar alterando el sistema, lo cual no es bueno y es muy peligroso.
¿Alterar el sistema significa interrupción de la democracia, en cristiano: golpe?
No quisiera de ninguna manera especular sobre esa opción. Es demasiado preocupante y, por supuesto, estamos a tiempo de rectificar. Pero cuando se generan tensiones tan grandes…
¿No hay que descartar ello?
No quiero pensar en algo fuera del sistema democrático. Pero sí veo el espejo de 1992. El escenario en que hemos cerrado el 2013 es de conflictividad y de pelea, conducida por Humala, absolutamente innecesario…
El presidente Humala podría decir que es la oposición…
Lamentablemente, en los últimos tiempos lo hemos visto enfrentarse a todo el mundo y por todo. Su último pleito ha sido el de la prensa. Ollanta Humala no está guardando la serenidad necesaria de un jefe de Estado. Además, el nombrar presidenta de su partido a la señora Heredia ha sido una provocación que inevitablemente conducirá a factores de conflicto y de tensión. Cuando la señora se desplace, todos preguntarán quién pagó el pasaje, la gasolina…
La trocatinta…
Si se condujo como jefa del partido, como primera dama. Una irritación legítima que agudiza la suspicacia frente a sus reales intenciones electorales. Finalmente, tenemos un primer ministro desaparecido. Es Gasparín, un fantasma, no existe, por más que dé algunas declaraciones. Es totalmente ausente ¿Lo van a mantener? Debe sentirse perturbado y debe estar extrañando el clima de Tarapoto y las orquídeas de Moyobamba. Este escenario está absolutamente fuera de su control. Llegó y encontró el puñete de López Meneses. Creo que el Perú no tiene primer ministro. Es preocupante. Todos lo apoyamos, pero no existe. Si no puede enmendar esta confrontación, su renuncia sería una advertencia al gobierno. Sería un gesto de dignidad. Además, el país está parado, hay una mediocridad en la gestión del Estado. La desconfianza seguirá creciendo cuanta más conflictividad se vea.
¿Este enfrentamiento es casual o forma parte de una agenda?
No me atrevería a especular sobre qué lo origina. Constato el hecho. El presidente Humala no está en el rol que le corresponde. Un mandatario no puede enfrentarse a todos. Y si lo hace, hay que preguntarse por qué lo está haciendo. Qué gana con eso. Cuando se produjo el conflicto con los medios, percibí que era una señal de debilidad que la quiere convertir en suerte de mensaje de fuerza…
¿Una amenaza?
Sí, absolutamente equivocada por lo demás. Aprovecha una controversia empresarial. Sabe que eso provoca cierta división, pero Humala decide agudizar el conflicto. El jefe del Estado, en lugar de mantenerse al margen del conflicto, se mete de lleno y lo agudiza convirtiéndolo en un problema político. Muy mal para un presidente.
¿Hay un objetivo político en su posición contra un sector de los medios?
Él dijo: “Ahorita no es ilegal”. ¿Quiere decir que en la mente del gobierno está que se genere algo legislativo, administrativo que convierta el hecho en ilegal?
El gobierno lo ha negado.
Pero actúa un tercero como el congresista Manuel Dammert y propone una ley, que no conocemos aún, pero que será cuestionable porque un funcionario no puede imponer su posición y coartar la libertad de los ciudadanos. Una ley del Congreso, si sale, será un atentado contra la libertad de expresión.
Un sector empresarial de la prensa afirma que hay concentración de medios.
No es sustentable. En el Perú hay una pluralidad de oferta periodística muy vasta, muy grande y de línea editorial diversa que ha surgido en el mercado. El gran crecimiento del grupo El Comercio, al que se le cuestiona como el acaparador, se ha producido antes de la compra cuestionada y es consecuencia de una exitosa decisión empresarial que fue entrar al mercado popular con “Trome”, de gran llegada. La llamada concentración no supone eliminar competidores del mercado para quedarse con una torta del mercado, sino comprar un medio que sigue con su línea editorial de modo independiente que coexiste con los demás. La compra no elimina la competencia de ninguna manera. No veo dónde está la llamada concertación. Y el remedio resulta siendo peor que la imaginaria enfermedad…
¿Implicará el control sobre los medios?
Apunta a ello, pero, ¿qué van a controlar? ¿Lectores? Es imposible. ¿Van a decirle a los medios cuánto tienen que producir? ¿Van a controlar la publicidad? Imposible.
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