PPK
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Diana Seminario

El presidente  no pasa por su mejor momento. Según la encuesta de GFK, el jefe del Estado exhibe una aprobación de 19%. El mandatario ha caído 13 puntos respecto al mes pasado.

Pero el índice de popularidad no es el problema más serio que enfrenta PPK, es más bien la consecuencia de un año en la que, además de la impericia política en todos los sectores, se sumó la catástrofe de El Niño costero y el escándalo de corrupción Lava Jato.

Es claro que Kuczynski quiere hacer las cosas bien –nadie comete errores adrede–, pero también es evidente que no tiene ningún ánimo de enmienda frente a los hechos consumados.

La huelga de los maestros complica la situación, y en medio de este entrampamiento solicita al Congreso nueve días de permiso para salir del país. Estamos de acuerdo en que es necesario que el presidente acuda a la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York y que vaya a visitar al papa Francisco para agradecerle por la visita que nos hará en enero del próximo año. La pregunta es que si para cumplir con estos dos compromisos necesita ausentarse nueve días, teniendo en cuenta la situación de crispación social y política que vive el país.

Han sido muchas las ocasiones en que tanto analistas como políticos se han pronunciado sobre la ausencia total del ejercicio de la política en el actual gobierno. Para buena parte del Ejecutivo, ser buenos técnicos o ser parte de un “equipo de lujo” es –o era– suficiente. La realidad les demostró que el país no puede manejarse desde un directorio.

Y no vaya a creerse que esta tesis es propia de la oposición o de quien “aún no supera haber perdido una elección”. Es el fundador del partido Peruanos por el Kambio (PPK), Salvador Heresi, el último en poner el dedo en la llaga, sobre todo en el perfil empresarial de funcionarios con importantes responsabilidades de gobierno.

“Es como llevar a un alcalde a gerenciar la Coca-Cola, no podrá hacerlo. [...] Falta política. Esta te da formación ideológica y te permite detectar a los actores”, dijo Heresi en entrevista publicada ayer en “Perú 21”. Las declaraciones del ex alcalde de San Miguel tuvieron el respaldo público del congresista Juan Sheput.

A grandes males, grandes soluciones, reza el dicho, por lo que resulta urgente un cambio estructural no solo en la forma de gobernar, sino sobre todo en el modo de convocar actores al Ejecutivo.

Si bien la prioridad es solucionar la huelga magisterial en la que un grupo de maestros que dirigen el sindicato evidenció que negarse a la evaluación de desempeño es admitir que no les interesa elevar la calidad de la educación en el país, es necesario afrontar esta crisis desde la ofensiva. Para ello, se necesita no solo ejercer la autoridad, sino demostrar que cuentan con el respaldo político que les permita movidas audaces y definitivas, que serán aplaudidas por la opinión pública.

Es urgente convocar a personajes que generen consensos con todos los sectores políticos, inclusive con el fujimorismo, y es también necesario no descartar ni descalificar a nadie por puro sesgo ideológico. El cambio es ahora, mañana será demasiado tarde.

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