Todas las mañanas, Camila, de 12 años, estaba acostumbrada a escuchar las charlas de sus compañeras antes de iniciar las clases en una escuela pública femenina. La vieja costumbre de contarse qué pasó el día de ayer y los secretos que dejaban de serlo en ese instante era una dinámica que la hacía feliz. Un día, una de ellas amaneció con una mancha rojiza en sus sábanas, entonces una cátedra sobre la menstruación se apoderó de la mañana y del pequeño parloteo matutino.
Ese día, ella dejó de sentirse parte de esas conversaciones. De pronto, lo que ella pensaba que debería ser íntimo y natural se convirtió en una competencia de quién sabía más. Pese a que en la escuela todas eran mujeres, el tabú se implantó sobre ella y por primera vez, no participó de la dinámica diaria.
En un contexto no tan diferente, una adolescente de 13 años llamada Valentina estudia en una escuela mixta. En su caso, el tema de la menstruación era prácticamente inexistente y ni se tocaba durante las mañanas, antes del inicio de clases.
Al respecto, los profesores apenas brindaban una breve lección de anatomía que no despertaba ni preguntas ni curiosidades, muchas veces instauradas por la vergüenza. Todos, niños y niñas, recibirían la misma información básica: la menstruación ocurre una vez al mes, es normal, y eso era todo.
Valentina jamás levantó la mano para preguntar más. ¿Cómo podría hacerlo, si ni siquiera en casa se hablaba de ello? La educación sexual que había recibido su madre en su época era casi nula, así que ella nunca le explicó los cambios que su cuerpo iba a atravesar. Cuando ocurrió, Valentina encontró las explicaciones que necesitaba en breves -pero nada seguras- historias que vio en TikTok, filtrando mitos y verdades, buscando respuestas que nadie en su vida real parecía estar dispuesta a darle. Y como suele pasar con otras niñas, Valentina aprendió por sí misma.
Historias paralelas y silenciosas
Las historias de Camila y Valentina reflejan un problema profundamente arraigado en nuestra sociedad: el silencio en torno a la menstruación. En la escuela de Camila, aunque existe una apertura aparente por parte incluso de sus compañeras, la sobreinformación no siempre es útil. Las niñas, rodeadas de un ambiente de competencia y exposición, a menudo se ven atrapadas en la necesidad de saberlo todo, pero sin un espacio real para la duda o la vulnerabilidad. Camila, a pesar de la información que ella podría manejar sobre el tema, sintió que su experiencia estaba siendo juzgada por un tribunal invisible.
Por otro lado, Valentina cargaba con el peso del silencio familiar y social. La falta de una conversación franca en casa o en la escuela, la dejó desamparada. El resultado era una confusión constante, más aún cuando, según especialistas, la menstruación puede decir mucho sobre el estado de salud de una mujer.
¿Debería preocuparme por el color de mi sangre? ¿Es normal que dure tantos días? ¿Debería dolerme tanto?, son algunas de las preguntas más consultadas en motores de búsqueda relacionadas a la menstruación.
“Una educación menstrual insuficiente puede causar una serie de problemas emocionales, desde la ansiedad hasta la vergüenza, afectando el desarrollo emocional y psicológico de las niñas".
Andrea Villarreal, psicóloga.
La psicóloga Andrea Villarreal Noriega explica que este silencio genera un impacto emocional significativo en los niños y en su salud mental.
“Una educación menstrual insuficiente puede causar una serie de problemas emocionales, desde la ansiedad hasta la vergüenza, afectando el desarrollo emocional y psicológico de las niñas. Promover una educación inclusiva y positiva sobre la menstruación es esencial para mitigar estos efectos. Una educación adecuada puede fomentar habilidades de afrontamiento y resiliencia”, explica.
El lenguaje de la sangre
Una de las grandes falencias en la educación menstrual actual es la falta de conocimiento detallado sobre las variaciones en el ciclo. Las niñas, como Valentina y Camila, a menudo no saben qué significa el color de su sangre o cómo interpretarlo.
Según la ginecóloga obstetra Milenka Longobardi, “el color del sangrado menstrual puede variar por varios factores: la edad, el índice de masa corporal, el uso de anticonceptivos, o la presencia de patologías interinas y endometriales como miomas, pólipos o endometriosis”. Estas diferencias no solo son normales, sino que también son una forma en que el cuerpo comunica su estado de salud.
La sangre menstrual puede pasar de un rojo brillante a un marrón oscuro o incluso a un anaranjado. Cada uno de estos colores tiene un significado.
Según un artículo publicado por la revista científica ‘Reproducción Asistida ORG’, respecto al color de la sangre de la menstruación se puede decir que un rojo brillante es habitual durante los días más intensos del ciclo, mientras que un marrón oscuro puede indicar la presencia de “sangre vieja”, un fenómeno común al final del período.
Pero, ¿qué pasa cuando la sangre toma un color diferente al natural? Según lo explica el Dr. Guillermo Gauthier en el portal ‘Centro de fertilidad’ en Barcelona, la sangre también puede advertirnos de un problema de salud y es un indicio claro de que es necesario consultar con un especialista.
El especialista señala que, por ejemplo, el tono rosa pálido, puede indicar un déficit de hierro o la presencia de anemia, por lo que es recomendable consultar a un médico si se presenta. Otros colores, como el gris, pueden ser un síntoma de infección o enfermedad de transmisión sexual, e incluso, en mujeres embarazadas, podría señalar un aborto espontáneo. Asimismo, los colores anaranjado o amarillento pueden estar relacionados con infecciones, enfermedades de transmisión sexual o, en el caso de embarazadas, con el sangrado de implantación.
La ausencia de preguntas
Camila nunca había pensado en estas variaciones como algo importante. Para ella, la menstruación era un malestar mensual, y los cambios en el color de la sangre eran parte del proceso.
"La falta de información puede contribuir a sentimientos de vergüenza y estigmatización. Sin un entendimiento claro, las niñas pueden asociar la menstruación con tabúes culturales".
Andrea Villarreal, psicóloga.
Valentina, por otro lado, nunca había tenido la oportunidad de discutir estos detalles. La escuela mixta a la que ella asistía trataba la menstruación como una cuestión de biología, sin profundizar en sus matices. Y en casa, el silencio sobre el tema era absoluto. “La falta de información puede contribuir a sentimientos de vergüenza y estigmatización. Sin un entendimiento claro, las niñas pueden asociar la menstruación con tabúes culturales, lo que afecta su autoestima y bienestar emocional”, asegura Villarreal.
“La ausencia de educación menstrual puede generar ansiedad y confusión. Las niñas pueden sentirse inseguras acerca de los cambios que están experimentando, lo que puede llevar a una interpretación negativa de su cuerpo y sus procesos naturales”, agrega.
El acceso a la información, o la falta de un canal abierto para hacer preguntas de manera segura, podría tener consecuencias emocionales. Ni Camila, ni Valentina sabían a quién acudir cuando su sangre menstrual cambiaba de color, ni por qué sus dolores se intensificaban algunos meses más que otros.
Según un reciente estudio de UNICEF, las adolescentes enfrentan cuatro problemas principales relacionados con la menstruación: falta de información, sentimientos de vergüenza y tabú, violencia y bullying por parte de compañeros, y servicios higiénicos inadecuados en las escuelas.
Estos factores generan miedo y vergüenza en las niñas, lo que las lleva a ausentarse de clases o a retraerse durante los días de su periodo. Un 10% de las jóvenes desconocía por completo qué era la menstruación antes de experimentarla, lo que las hizo pensar que sufrían una enfermedad o hemorragia grave, mientras que un 35,6% falta a la escuela cada mes por incomodidades físicas y temor a ser ridiculizadas.
📣 Para lograr una gestión digna de la #menstruación es importante que la infraestructura escolar considere las necesidades de las adolescentes y cuenten con espacios que garanticen:
— UNICEF Perú (@UNICEFperu) May 28, 2023
🩸 Comodidad
🩸 Privacidad
🩸 Limpieza pic.twitter.com/if2Btt0bt6
El estudio de UNICEF también subraya que el discurso dominante en torno a la menstruación, tanto en el hogar como en la escuela, se centra en advertencias sobre el riesgo de quedar embarazadas, lo que fomenta el abandono escolar.
En las aulas, el 99% de las adolescentes experimenta vergüenza, en parte por los comentarios y burlas de compañeros varones, quienes consideran la menstruación como algo sucio. Además, la carencia de servicios higiénicos adecuados, como baños sin limpieza, sin papel ni jabón, y con falta de privacidad, agrava aún más la situación.
La herida cultural del silencio
Lo más alarmante es que el tabú en torno a la menstruación no solo afecta a las niñas en su adolescencia, sino que se prolonga en la vida adulta.
"Se debe poder conversar con nuestras niñas y adolescentes sin eufemismos, aclarando siempre que la menstruación no es una enfermedad".
Milenka Longobardi, ginecóloga obstetra.
“Se debe poder conversar con nuestras niñas y adolescentes sin eufemismos, aclarando siempre que la menstruación no es una enfermedad, esa es la parte fundamental para poder partir hacia cualquier rumbo, ya sea en casa, colegios o consultorios”, comenta la Dra. Longobardi.
Pero, ¿cómo cambiar una cultura que ha guardado silencio sobre este tema durante generaciones? Villarreal sugiere empezar desde el hogar, incentivando conversaciones abiertas y libres de prejuicios.
“Hablar sobre la menstruación desde una edad temprana, utilizando un lenguaje positivo y fomentando un ambiente donde las niñas se sientan cómodas haciendo preguntas, es una estrategia inicial para crear espacios seguros”, afirma. Y en las escuelas, la educación debe ser igual de inclusiva y profunda para ambos géneros.
“Hablar sobre la menstruación desde una edad temprana, utilizando un lenguaje positivo y fomentando un ambiente donde las niñas se sientan cómodas haciendo preguntas, es una estrategia inicial para crear espacios seguros".
Andrea Villarreal, psicóloga.
“Involucrar tanto a niñas como a niños en la conversación para eliminar estigmas y promover una comprensión equitativa del tema, también es válido”, explica.
“Incorporar materiales educativos accesibles y compartir experiencias personales de manera abierta para normalizar la menstruación y fomentar la autoconfianza también ayuda”, finaliza.
Consejos para la primera menstruación
Elba Mendoza, médico cirujano por la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México, explica que la llegada de la primera menstruación, conocida como menarquía, es un hito natural y positivo en el desarrollo de una niña, que suele ocurrir entre los 10 y 16 años. Aunque este proceso pueda generar dudas y nerviosismo, por lo que anima a las jóvenes a verlo como un signo de crecimiento normal y recomienda informarse para enfrentarlo con seguridad.
A partir de la menarquía, el ciclo menstrual será una parte regular de la vida, salvo durante el embarazo y la lactancia, y estará acompañado de cambios físicos propios de la pubertad, como el crecimiento de senos y la aparición de vello en distintas áreas del cuerpo. Además, podrían presentar síntomas premenstruales (SPM), como cambios de humor, sensibilidad y molestias, todos ellos normales en esta etapa de transición.
Para vivir el periodo de la mejor manera, la doctora aconseja, en su portal web, anotar los días de menstruación en un calendario, lo que ayudará a identificar patrones y facilitará el diagnóstico en una consulta médica. También es recomendable llevar siempre en la mochila productos como toallas femeninas, tampones o la copa menstrual, para estar preparado ante cualquier eventualidad. Mantener la higiene en la zona íntima es esencial, especialmente durante la menstruación, para evitar incomodidades o malos olores. Ante dolores menstruales, sugiere el uso de métodos caseros como un baño de agua caliente o una compresa tibia sobre el vientre, así como infusiones que ayudan a relajar el cuerpo.
Finalmente, la doctora Mendoza recuerda la importancia de establecer una comunicación abierta con la madre o una figura de confianza para compartir experiencias sobre la menstruación. La seguridad que brinda esta cercanía es clave para enfrentar cualquier inquietud que surja durante el proceso. Si el dolor es muy fuerte o persisten otras molestias, Mendoza recomienda consultar a un médico sin recurrir a la automedicación, asegurando que, con el tiempo, la menstruación se convertirá en una etapa natural y manejable de la vida
La menstruación, aunque es un proceso biológico, tiene un impacto social y emocional profundo. Para niñas como Camila y Valentina, representan una etapa de la vida llena de preguntas sin respuesta. ¿Qué harían si tuvieran un espacio para explorar su ciclo con seguridad y confianza? ¿Qué ocurriría si comprendieran que el color de su sangre no es solo una cuestión de anatomía, sino un indicador de salud?
Romper el ciclo del silencio en torno a la menstruación no solo es necesario, sino urgente. Porque, al final, no es solo una cuestión de entender el cuerpo; es una cuestión de empoderar a las niñas y mujeres para que tomen control de su salud, sin miedo, sin vergüenza, sin dudas.
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