Mark Chapman, a la izquierda, asesinó a John Lennon en diciembre de 1980.
Mark Chapman, a la izquierda, asesinó a John Lennon en diciembre de 1980.
Pedro Suárez Vértiz

En diciembre de 1980, Mark David Chapman voló de Hawái a Nueva York con un solo propósito: asesinar a John Lennon. En la mañana del 8 de diciembre de aquel año, Lennon, luego de escuchar sus nuevas canciones en el estudio The Hit Factory, en Manhattan, le comentó al ingeniero de sonido: “Cuando muera, seré más famoso que Elvis”. Un rato después le autografió su álbum Double Fantasy, en la puerta del estudio, a su futuro asesino, Mark Chapman. Luego de firmar el disco, John solo miró a los ojos a Chapman y regresó a trabajar.

Chapman confesó en una entrevista con Larry King que, cuando John tuvo contacto visual con él antes de retirarse, “inconscientemente sabía que estaba mirando a los ojos a la persona que lo iba a matar”. John y Yoko esa misma noche regresaron del estudio muy tarde a casa, el antiquísimo edificio Dakota, frente al Central Park, donde Chapman ya se encontraba esperándolos. “Este es el momento”, pensó el asesino.

John, quien por enésima vez ignoró la recomendación de bajarse del automóvil ya estacionado dentro del edificio, bajó en la acera, vio a Chapman sin darle importancia y siguió caminando hacia la portería.

Chapman, con sus lentes de fondo de botella y apariencia de nerd, descubre su arma calibre 38 y dice: “Hey Mr. Lennon”, para evitar que el beatle se le escurra. John, efectivamente, sobrepara sin girar y Chapman le dispara cinco veces en la espalda, atinándole cuatro balas “dum dum” en los pulmones y el corazón, mientras Yoko enloquecía viendo a su esposo con el tórax destrozado en un charco de sangre.

John fue llevado de emergencia en la parte de atrás de un patrullero al hospital Roosevelt, donde luego de media hora de intentar salvarle la vida, con masajes manuales directos al corazón, fue declarado muerto. Chapman nunca huyó de la escena, hasta que las autoridades lo arrestaron sin él poner resistencia alguna.

Peter Cullen, un oficial retirado de la policía de Nueva York, comentó sobre la conducta de Chapman luego del crimen: “Fue muy educado”. Cullen le gritó: “Acabas de echar tu vida entera a perder”. El asesino calmadamente le respondió que existía un conflicto en su cabeza entre una personita chica y una persona grande y que la persona chica había ganado.

Chapman explicó a Larry King que antes de que todo ocurriera él estaba calmado y seguro de lo que iba a hacer. Estaba listo para cometer quizá el asesinato más importante de la música del siglo XX. “Yo incluso escuchaba una voz en mi cabeza que me decía: ‘Hazlo, hazlo, hazlo, aquí vamos’”, confesó. “Luego del suceso, sentí que me había caído sobre mí”. Chapman entró en un estado de shock que permitió que José, el portero del edificio Dakota, le quitara el arma para que pudiera ser capturado.

Chapman se declaró culpable y fue sentenciado a cadena perpetua en el Wende Correctional Facility, en Nueva York, un día como hoy, el 22 de junio de 1981. El asesino de Lennon ha solicitado libertad condicional en 10 ocasiones diferentes, siéndole denegadas absolutamente todas. La última fue en agosto del 2018.

Treinta años después del asesinato, Chapman mostró arrepentimiento por primera vez al escribir una carta donde mencionó sentirse avergonzado y lamentar mucho el haber “tomado el camino equivocado hacia la gloria”.

Chapman, en una entrevista con el diario británico The Telegraph, en el 2016, dijo que “quería ser alguien”. En la misma declaración explicó que tiene una mente psicópata y que si hubiera podido cambiar lo ocurrido lo habría hecho, pero su condición psiquiátrica le jugó en contra.

Las denegaciones a sus pedidos de libertad condicional se deben a que el crimen fue premeditado. Mark Chapman morirá en una celda. Definitivamente, en un mundo que idolatra la fama, ser un anónimo es, hoy más que nunca, insoportable para muchos. Esta razón explica tantas masacres juveniles y tantos youtubers fallecidos por solo querer llamar la atención. //

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